La realidad de la Patagonia tras la caída de Calfucurá, el jefe indígena araucano

 

Tras haberse convertido en el dominador o “Rey de las pampas” durante un prolongado período, como algunos historiadores  calificaron a Juan Calfucurá, éste capituló o sufrió su primera derrota a manos de las fuerzas nacionales, apoyadas por  indios amigos, aunque el jefe indígena araucano no se dio por vencido.

El suceso se produjo en 1858 cuando el Ejército Argentino fijó su campamento cerca del arroyo Piguê a poca distancia donde tenía un asentamiento Calfucurá con alrededor de 1.500 lanceros. Los registros de los historiadores afirman que el enfrentamiento duró dos días de lucha feroz cuerpo a cuerpo, tras lo cual las huestes de Calfucurá cedieron

No crean que el bravo guerrero chileno se quedaría con la derrota sin intentar vengarse, todo lo contrario ya que recién había pasado un año de su caída y el 9 de mayo de 1859, Calfucura con otros caciques como Catricurà, Antemil y Cañumil se lanzaron contra la Fortaleza Protectora Argentina en Bahía Blanca ingresando por la actuales calles Zelarrayán y Estomba a galope tendido con alrededor de tres mil lanceros.

El malón se encontró entonces con los efectivos nacionales, apoyados por la Legión Militar Italiana, fuerza auxiliares indígenas al mando de Francisco Ancalao y un nutrido grupo de civiles fuertemente armados. De acuerdo a las crónicas de los historiadores, cuando asomaba el sol del día siguiente los invasores, perseguidos por las tropas del fuerte ganaban el desierto en plena huída.

Las mismas crónicas aseguran que el malón de Calfucurá pudo evitarse, porque con varios días de anticipación, Francisco Ancalao puso en conocimiento del jefe del Fuerte, teniente coronel Olegario Orquera, que indios provenientes de las Salinas Grandes habían llegado hasta el lugar con el pretexto de negociar algunos productos, aunque insistìan en preguntas sobre el fuerte, información que el Teniente Orqueradesoyo.

Esta nueva derrota tampoco desanimó a Calfucura, quien diez años después, en agosto de 1870 atacó nuevamente Bahía Blanca, alzándose con mil cabezas de ganado, que entre las Fuerzas del Fuerte comandadas por el teniente coronel José Llano y numerosos vecinos armados, junto a lanceros de Ancalao lograron recuperar en el sector que hoy se conoce como Arroyo Pareja.

Ante una nueva frustración, Calfucura preparò un nuevo ataque dando a su hijo Manuel Namuncurá la responsabilidad de concretar el saqueo que se concretaría con unos 2.000 lanceros y serían guiados por un desertor llamado Manuel Suarez, quien a último momento se arrepintió de su acción cuando las huestes de Namuncurá  ya estaban en proximidades del Arroyo Naposta y puso en conocimiento de la inminente invasión a Francisco Ancalao, quien avisó al Fuerte y las tropas nacionales lograron abortar la invasión.

Al poco tiempo murió Ancalao y la gente que integraba su tribu quedó al mando de su hijo Rafael y según el historiador Guardiola Plubins fueron obligados a desplazarse fuera del ejido Bahiense hacia Ciudad Atlántida y Arroyo Pareja, alegando cuestiones de salubridad ante un brote de tifus y algo similar ocurrió con la tribu comandada por Fernando  Linares conocida familia tehuelche.

En el lugar asignado permanecieron hasta el inicio de la construcción del Puerto  Militar y obligados a abandonar las 5.000 hectáreas  que le había asignado la provincia de Buenos Aires, ya que estas se habían vendido a Miguel Raggio Carneiro.

Por tal razón, Las tribus de Ancalao y Linares, sus familias, ganado, implementos de trabajo y demás enseres fueron desplazados a la región de El Bolsón en Rio Negro, donde ya vivían familiares de ambas.

Las informaciones de la época  aseguran que fueron instaladas en ese lugar mediante un acuerdo con el Gobernador de entonces, quien otorgó tierras en carácter provisorio.

Como podrán apreciar los lectores, la situación del país y especialmente la Patagonia comenzó un nuevo proceso, especialmente por la culminación de la ingerencia del chileno Calfucurá, quien pese a su férrea y hasta si se quiere, empecinada voluntad de reinar en un amplio sector de nuestro territorio, tuvo que declinar en sus intenciones.

Tampoco les fue fácil a los descendientes de Ancalao y los Linares, quienes si bien no tenìan que preocuparse por Calfucurá o su hijo Namuncurá, tuvieron que enfrentar otras adversidades, por caso que fueran desalojados de la tierras cedidas por el Gobernador de Rio Negro, según consta en algunos trabajos de investigación. Las razones esgrimidas se basaron en que las mismas  habían sido cedidas de palabra pero sin que se otorgara algún documento que fundamentara la entrega.

En próximas entregas nos referiremos a las tribus tehuelches que ocupaban extensas regiones de la Patagonia y que se dividían en dos grupos numerosos, uno que habitaba un amplio sector entre los ríos Chubut y Limay y otro, entre el primero de esos ríos y el Estrecho de Magallanes, aunque algunos sostienen que llegaban hasta la región Chilena de Punta Arenas.

Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma

Las Grutas  –  Río Negro

 

 

 

 

 

 

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