La misteriosa Bahía San Blas. Submarinos alemanes, Hitler y avión con mantequilla

 

Quién visita la “Bahía de todos los santos”, actual Bahía San Blas, al Sur de la provincia de Buenos Aires, seguramente conocerá que la misma, llamada “el paraíso de los pescadores”, está regida por misteriosas leyendas.

A pocos kilómetros de Carmen de Patagones y Viedma, este lugar fue reconocido por viajeros que dejaron improntas del mismo y actualmente es muy concurrido por los amantes de los grandes torneos de pesca mayor.

Sin embargo, se han tejido en su suelo fabulosas leyendas de tesoros enterrados, de aparecidos, de magnates y mansiones y hasta de ¡submarinos nazis!!

Al respecto, el escritor Juan Carlos Beltrán en su ameno libro sobre Carmen de Patagones, escribe que “esta zona es notoria por la pesca de excelentes corvinas y grandes tiburones y también por tener unas historias interesantes. Allí aparecieron dos submarinos alemanes al fin de la Segunda Guerra Mundial (uno, el más importante, se identificaba como U-530. El otro era U-502). Cuando se entregaron a las autoridades los capitanes no tenían más de 22 años de edad, hecho muy sugestivo. Algunos comentarios de los lugareños decían que de esas naves descendieron altos jefes militares que huían ante la derrota del nazismo y que más tarde se radicaron en lugares cercanos a Bariloche”.

“¿Y por qué este acontecimiento se produce en el golfo al Sur de la Capital Federal? Sencillamente porque en ese lugar cercano al pueblo llamado San Blas había una gran estancia cuyo dueño se apellidaba Wassermann. La propiedad que estaba ubicada estratégicamente era muy lujosa y tenía un sistema de comunicación radial altamente sofisticado en una sala especial. Desde ahí se podía comunicar en forma inmediata con cualquier lugar de la tierra. Algunas versiones –acota  Beltrán- que no pudieron confirmarse en aquellos tiempos, pero que muchos sospechaban de cierta, decían que esa estancia era un lugar de recreo para los altos jefes alemanes y se cree que alguna vez descansó ahí por varios días el propio Adolfo Hitler”.

“Existe una anécdota de uno de los hijos de Wassermann quién solía tomar un café con leche con pan y manteca por las tardes. Los encargados de atender la estancia, se dieron cuenta que faltaba manteca y transmitiendo ese inconveniente al mayordomo principal éste le habló del problema al aviador que siempre estaba dispuesto en esa mansión. Lógicamente, contaban con una pista de aterrizaje particular. Éste voló inmediatamente a la ciudad de Bahía Blanca, compró la mantequilla y raudo se la llevó a la estancia para que el joven pudiese degustar sin inconvenientes su café con leche vespertino.  (cosa de gringos, diría los paisanos del lugar).

Nosotros, menos avezados, solamente podemos ser espectadores de las famosas “24 horas de San Blas”. Y si de atrevidos tiramos la caña seguro que sacamos un mísero botín.

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta (Río Negro)

 

 

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