Negro Muerto: Las increíbles historias del primer mayordomo que tuvo una estancia del Valle Medio

La aparición de viejos recuerdos de Negro Muerto provocó que vecinos de la localidad acercaran sus testimonios. Cada uno compartió una ficha de la memoria para colocar en el rompecabezas de una estancia que tiene una historia rica.

El primer mayordomo de la estancia fue Julio Eduardo Romero y su nieto, Jorge, reconocido vecino de la ciudad, contó historias que se transmitieron durante tres generaciones.

Julio nació en Catriló, provincia de La Pampa y desde chico trabajó con la familia Galli. Un día, Don Víctor Galli -padre de Juan Carlos- le propuso hacerse cargo de las tareas y reacomodar la estancia ya que había muchos animales que estaban desparramados por las 16 leguas de Negro Muerto y otras cuatro leguas en la parte de Fortín Castre, que también fue propiedad de la familia.

Finalmente, el joven aceptó la propuesta y llegó a este campo en 1928 junto a su esposa que era meteoróloga y maestra de profesión. Tenía un desafío muy grande. Comenzó a levantar el casco de la estancia, armó los galpones de esquila ya que había muchas ovejas. Un taller mecánico, en el que trabajaba su hermano Rodolfo, se convirtió en la escuela de la estancia.

Con cinco camiones de su propiedad, Julio comenzó a juntar los animales y a realizar un recuento. Cuando Víctor Galli inició la administración del lugar recibió la evaluación de Julio: las ovejas no eran redituables y la mejor opción era criar animales vacunos. Galli aceptó el planteo y trajo vacunos a Negro Muerto desde otras estancias, ya que tenían campos en la Marilú -en cercanías de Médanos- y Tía Margarita. Llegaron a tener en este campo más de 14.000 cabezas de ganado.

Jorge recordó que su abuelo y un par de peones se ocupaban de arrear más de mil vacas desde Negro Muerto hasta Darwin. Hacían paradas por la noche y continuaban apenas asomaba la luz del día. Y ese recorrido duraba una semana. Una vez que llegaban con los animales, los encerraban en campos que alquilaba Galli para que descansaran y luego los subían al tren y desde allí los llevaban a Médanos. Una vez que la hacienda estaba embarcada, Julio se subía al Jeep de la estancia y se dirigía hacia La Marilú (Médanos) y esperaba a los animales.

También se ideó una balsa totalmente casera y un bote con motores que armaba Rodolfo. «Eran enormes y servían para cruzar el río», contó Jorge y apuntó que de esa forma traían y llevaban 30 vacunos, desde Castre al casco de Negro Muerto. De esta manera, hacían varios viajes en estas embarcaciones y así dejaron atrás el arreo a través del río. Los peones baqueanos tenían que cruzar a caballo y muchos animales se perdían en el río. De esta forma pudieron cruzar los animales de campo a campo en las épocas de crecidas.

Don Orlando y Comba -padre del conocido carnicero- se quedaban a cargo de la estancia cuando Don Julio debía hacer los recorridos en Jeep a Médanos. «Mi abuelo administraba tres campos, Negro Muerto, la Marilú y Tía Margarita, todas propiedades de Víctor Galli.

Con el paso del tiempo y la aparición de los problemas de salud, Julio decidió poner fin a estas actividades y accedió a la jubilación que fue tomada con mucha tristeza por la familia Galli por el tiempo compartido. De esta manera, Víctor Galli en 1960 convocó al sucesor de Julio, Ricardo Roda que también llegó a de otra estancia junto a su esposa Antonia Seijas. Y se quedaron a cargo de la administración y del casco de la estancia. Ese es otro capítulo de esta apasionante historia.

Texto y fotos: 7 en Punto, Valle Medio

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