Valcheta, hace tiempo y allá lejos. ¿Todo tiempo pasado fue mejor?

 

¿Dónde estará ese pueblo que yo conocí? Tenía sus calles de tierra y pasaba el regador conducido por el flaco Pérez Aguirre y el Beto Buganen con el camión volcador. Con la tienda la “Azul y Oro” pintada las paredes de su frente con los colores de Boca y su dueño, Horacio Camina, tomando mate en la vereda. Con las acequias regando quintas y jardines. ¡Aquellos canaleros!!

¿Dónde estarán aquellas peluquerías de antaño? La de don José Scheiffer, la de don José Yeber, la de Yalul. Aquel negocio de Ramos Generales de Said Mortada, donde llegaban hasta los diarios de Buenos Aires. Aquella estación de ferrocarril con el trajín de pasajeros, cargas y encomiendas, donde el famoso tren Blanco y los Arrayanes pasaban raudos y puntuales. Con los vendedores en el andén pregonando sus mercancías.

¿Dónde perdieron las noches de serenatas? Con Eduardo Gómez, Gerónimo Carranza y tantos otros. En qué recodo del tiempo quedaron las panaderías a horno de leña, la de Gómez, Mellado, Ali Mortada y otras. Dónde estará la Tota con su loro y los radiadores que solía arreglar. Y Romero con su birrete de marinero y la Vicenta alborotando las calles.

¿Dónde se habrán quedado esos paseos en la “Porlita”? Y las viejas casillas del ferrocarril. El recuerdo de los médicos de aquel tiempo: Pizaresky, Pontillo, Amendolara, y después Fernícola con su Dodge Polara al que apodábamos el “catamarán”. La planta elaboradora de fluorita, los bares, “El Gaucho”, el Hotel de Rada, la propaladora callejera de los García, el vino en bordelesas, Egidio con tarros de leche, el surtidor de don Jacinto Direne.

¿Dónde habrán quedado aquellos famosos y antagónicos clubes Tigre y Quilmes? Las canchas de bochas, la recordada “Tablita”, “Play Boy”, “Bigotes”. Y el “Copetín al Paso”. El “Recreativo”, las peñas, las loterías familiares, las noches de guitarreadas, los faroles Sol de Noche que se encendían cuando a las 24 horas se cortaba la luz.

¿Dónde andará las Estanciera de don Lázaro cuando vendía los fideos “Manera”? ¿Y la de Máximo Mirovsky? Y aquellos caballos famosos: el “churrinche”, el “Barredor”, los que trajo de Buenos Aires Sitrinitri, el “Bomba” y tantos otros. Y aquellos albañiles como Orso, Redaelli, mi padre que trajinaron andamios y levantaron viviendas que aún hoy persisten.

¿Ya la primera parroquia con el recuerdo del padre Rafael Salam? Y la disquería de David Carranza, la guitarra de Juan Carlos Guerrero, la memoria de José María Casas, el misterio de Bernabé Lucero, la bonhomía de Manuel Marileo, la sastrería de Arborello, la caballo pinto de Julián Asconapé y su tropilla “La Fortinera”, el cine, la confitería y la heladería de Yahuet Mortada, las primeras enfermeras.

¿Dónde se habrán quedado las famosas orquestas de aquellos tiempos como la “Agrupación Juvenil y otras? Y los payadores que recalaban a regalar su canto. Y las exibiciones de billar, los duraznos japoneses, la uva moscatel, el vino patero, los hornos de barro, los pavos caseros. Las carreras de bicicleta, Maximito atendiendo el Correo con Alfonso de cartero.

¿Dónde se habrán  ido los viejos fotógrafos de mi pueblo? Los partidos de básquet, la agrupación “Valle Angosto” de Irma Uircaín. Mis amigos de entonces ¡Cómo siento su ausencia!!!

Que algún memorioso diga quienes decían estas frases: “Quedamos así” – “De cuajo” – “Justamente” – “A la paz de Dios” –

Faltan muchos recuerdos y sepan perdonar las omisiones. Hoy todo es distinto. La modernidad se ha llevado las cosas sencillas de los pueblos. Ya nadie se sienta en la vereda, ahora se anda apurado y cada cual en sus cosas. ¿Será cierto que todo tiempo pasado fue mejor?

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

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