María La Grande, cacique tehuelche que reinó de Patagones a Tierra de Fuego, de 1820 a 1841

No son pocos quienes se han ocupado de esta persona de nuestra Patagonia, que no soñó siquiera con movimientos que vengan a reclamar por sus derechos y, sin embargo, su capacidad, personalidad, sus habilidades, inteligencia y otros dones fueron reconocidas y respetadas.

Anticipamos que muchos se ocuparon de María La Grande, de quien dejaron numerosos testimonios, entre ellos historiadores, investigadores, navegantes, colonizadores y autoridades que tuvieron trato con ella. No obstante, no es mucho lo que se conoce. Muchos de los datos que se saben son los que recogieron navegantes, cazadores de lobos, colonizadores y algunos aventureros, por lo que no todos son de fiar.

Entre la información consultada al respecto aparece la que sostiene que María sería hija del cacique Vicente, conocida como Mariquita de pequeña y que podría haber sido bautizada con nombre cristiano, “María de la Asunción” en el Fuerte el Carmen de Patagones, y posiblemente ese haya sido el motivo por el cual algunos consideraban que su nacimiento pudo haber sucedido en Asunción del Paraguay.

Otros documentos coinciden asimismo en su origen mestizo, nacida también en Patagones de madre tehuelche o Aonikenk y padre español.

Si bien hay muchos que sostienen sus versiones como ciertas o verdaderas, es difícil poder afirmar rotundamente cual es la más acertada, sobre todo teniendo en cuenta la distancia en el tiempo y los elementos con los que se contaba en ese entonces eran bastante precarios o rudimentarios.

A pesar que se plantean algunas dudas respecto a los orígenes de María, hay mucha mayor certeza en lo que respecta a su capacidad, tanto para negociar como para liderara sus hermanos de sangre.  Es necesario también recordar que  los tehuelches ocupaban y dominaban la Patagonia desde el Estrecho de Magallanes hasta Patagones.

Afirman los historiadores que durante su cacicazgo no se registraron guerras tribales y ninguna tribu tomaba decisiones importantes sin consultarla, además había logrado que la población blanca compuesta principalmente por cazadores, colonizadores y aventureros, reconocieran los derechos tehuelches sobre el ganado.

Luis Vernet, quien fue gobernador de las Islas Malvinas antes de la usurpación de Inglaterra, escribió que se encontró con la cacica María, respaldada por más de mil tehuelches en Península Valdez.

En ese encuentro María lo invitó a negociar los caballos que había capturado, al afirmar que los animales eran suyos porque estaban en el territorio que ellos ocupaban.

Vernet la convidó entonces a viajar a las Islas Malvinas para continuar negociando y establecer un intercambio comercial entre las Islas y el continente, lo que María aceptó y en enero de 1831 llegó a la Isla Soledad, donde fue recibida como una reina por el gobernador Vernet y su esposa María Sáez.

Señalan algunos documentos que Vernet le obsequió un vestido, como también frenos, estribos y espuelas confeccionadas por un herrero de la Isla, por su parte María entregó a la esposa de Vernet un quillango de guanaco.

Existen testimonios asimismo que esa primera noche la esposa de Vernet, María Sáez tocó el piano en homenaje a la invitada y esta retribuyó con una canción  que resulto conmovedor.  Por otra parte, se destaca que María como sus acompañantes, entre ellos una dama de compañía y un hechicero, los que se adaptaron a  las costumbres y modalidades de la época sin ninguna dificultad

Por otra parte, Vernet alojo a la jefa tehuelche en su residencia durante los quince días que duró la visita y le permitió recorrer la Isla y conocer los saladeros, almacenes, herrerías y otros emprendimientos.  Se menciona también que los acuerdos y negociaciones estaban bien encaminados, lo que quedó frustrado por la llegada de los ingleses en 1833.

Quienes dejaron sentado el trato frecuente que tuvieron con María aseguran que era una excelente jinete, gran negociadora y con mucho conocimiento sobre el comercio.  En ese rubro se destacaba el intercambio permanente con todo aquel que llegaba a su territorio, destacándose el intercambio de carne de guanaco, pieles, mantas y plumas de avestruz, para recibir, cuchillos, tabaco, yerba, harina, azúcar, alcohol, monturas, frenos y otros elementos.

Según testimonian quienes se relacionaron con la cacica, ésta tenía gran ascendiente con su comunidad y gozaba del respeto y la confianza necesaria para conducir sus destinos. Varios de quienes dejaron testimonios sobre María, afirman que también la identificaban como María la reina, María la Grande o María La Vieja, que era casada, obviamente con un tehuelche, de buen físico, con quien tuvo cinco hijos.

Se sabe además que  tuvo una nieta, también de nombre María a quien le adjudican asimismo gran influencia sobre su gente, además de ser amiga y colaboradora de Luis Piedra Buena, el Perito Moreno, Carlos Moyano y Ramón Lista.

María, según los historiadores, falleció en 1841 y se comenta que en toda la Patagonia durante tres días ardieron  fogatas cerca de la costa y en una de esas piras se quemaron todas las pertenencias de María, no sólo sus prendas de vestir y otros elementos de su propiedad, sino también el recado que utilizaba cuando montaba su caballo.

Tras su desaparición, la sucedió en su cargo como  cacique principal de los tehuelches, al Sur del río Negro, Casimiro Biguá.

Texto: Eduardo Reyes, periodista y escritor de Viedma

17-11-21

 

 

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