El Viejo Vizcacha y las camándulas. ¿Y los políticos? Opinión de un escritor rionegrino

 

José Hernández, nuestro poeta nacional, en su Martín Fierro, supo dejar muchas frases y refranes tomados de la lengua castellana, pero en especial de España.

Supo dar color y vida a personajes que de alguna forma son arquetipos de nuestro ser nacional, empezando por el mismo gaucho Martín Fierro, con todas sus desventuras y adversidades.

El sargento cruz, emblema de la amistad; picardía, nombre tomado casi con seguridad de la picaresca española; el Viejo Vizcacha con todas sus artimañas; y otros personajes secundario.

La pintura realizada del Viejo Vizcacha es una de las más vívidas de todo el poema y sus refranes realistas o más bien cínicos, son repetidos hasta el hartazgo. Tal vez hoy, en un tiempo de valores en decadencia, los refranes de Vizcacha tengan más vigencia que nunca.

Como un dato curioso por el significado original del vocablo utilizado por Hernández nos vamos a referir a uno de los aspectos de la descripción que realiza del personaje: camándulas.

Textualmente, la sextina en cuestión muestra de la maestría del poeta dice: “Viejo lleno de camándulas, / con un empaque a lo toro; / andaba siempre en un moro, / metido no sé en qué enriedos, / con las patas como loro/ de estribar entre los dedos”.

Según Calles Vales – Belén Bermejo nos aclara lo siguiente sobre dicha palabra: “La Orden de la Camándula fue una institución religiosa fundada por san Romualdo en el siglo XI, y pertenecían a la regla de san Benito. Los monjes en esta Orden utilizaban un rosario, llamado también “camándula”. A lo que se ve, estos frailes debían ser bastante andariegos y curiosos porque en cierta parte de España (Aragón y Salamanca) se llama “camanduleros” a los que van de casa en casa y pasan el tiempo en visitas y chismorreos. El pueblo extendió esta característica a todas las personas callejeras y visitadores”.

Debemos entonces colegir que tener muchas camándulas como el Viejo Vizcacha significa ser hipócrita o fingir religiosidad y beatería.

Sobre el vocablo propiamente dicho el Diccionario de la Legua Española lo define con tres acepciones: Rosario de uno a tres dieces // Hipocrecía, astucia, trastienda // Tener muchas camándulas” De esta última acepción debe haber toma Hernández dicha palabra.

En cambio, el Diccionario para referirse a la Orden fundada por san Romualdo utiliza la voz “camáldula”.

Ha llegado la hora de las preguntas: ¿A quiénes puede llamarse ahora camanduleros? Algunos mal pensados dirán que a los políticos en campaña que andan buscando votos casa por casa. Podría ser. ¿A las personas hipócritas? Seguramente.

Pero si algún castizo llama al rosario camándula, casi nadie le comprenderá.

 

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

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