Podadores en Alto Valle de Río Negro: Ganan $1.500 por día. Gabriela trabaja hace 10 años

Las chacras del Alto Valle, en Río Negro, no detienen su actividad. La poda genera empleo vital en los sectores que más lo necesitan.

La temporada comenzó en mayo y marcha a paso firme. El paisaje de los caminos de chacras muestra las ramas de frutales acumuladas a un costado de las hileras.

Las bajas temperaturas y el virus no paran a los trabajadores. La necesidad es lo primero y se hacen de 1.500 pesos por día.

“Hace 10 años aprendí a podar, un capataz me enseñó. No vengo de familia de trabajadores de chacra, pero me gusta esta tarea porque es tranquila”, dice Gabriela Ramírez, que trabaja junto a su esposo Ricardo en unas hectáreas cerca del cruce de las rutas 6 y 22.

Mientras corre su escalera, Gabriela mira con atención las ramas que va a cortar.

“Hay muchas mujeres que podan. Llevo años trabajando con hombres, la relación es normal, son bastante educados y no he tenido malas experiencias”, indica.

La mujer, de 38 años, prefiere usar guantes para no lastimarse las manos y cuenta que desde que comenzó la pandemia ya no comparten el mate. “Agradezco seguir teniendo trabajo porque cada vez hay menos. Tampoco quedan muchos podadores. Es que las nuevas generaciones le esquivan. Lo consideran muy sacrificado”, dice.

El mismo problema se observa durante la temporada de cosecha, pero lo suplen los golondrinas, que llegan de otras provincias.

Gabriela tiene cuatro hijas de 16, 12,10 y 2 años. “Prefiero que estudien. Mientras uno ayuda con los estudios a sus hijos está bueno”, recomienda.

Hace pocos días, cuando nevó, Gabriela grabó a un compañero podando. El objetivo fue que le reconocieran el pago por zona fría.

“Se complica mucho trabajar así, aún no nos traen la ropa del invierno y seguimos reclamado”, manifiesta.

Explica que difundieron el video a través de las redes sociales para que el sector empresario se de cuenta de las condiciones en que trabajan. “Nos faltan camperas, guantes, camisas, pantalón y cuellos térmicos”, dice

Pagos

$ 1.500

Lo que cobra un podador por jornada. En estos días de lluvia las tareas se complican y se pueden suspender si el terreno está muy resbaladizo.

Si les toca un día de lluvia y se caen de la escalera, no tienen cobertura del seguro.

En cuanto al protocolo no están obligados a trabajar con barbijos, ya que es una actividad en la que se mantiene la distancia social, pero es indispensable el lavado de manos con jabón.

Padre e hijo podan juntos

José Carriqueo tiene 43 años. Junto a su hijo Sandro, de 19, trabajan de lunes a sábado en una chacra ubicada sobre la calle Viterbori, al norte de la ruta 22, en el Alto Valle de Río Negro.

A los 15 años aprendió a podar y desde que comenzó la pandemia no ha parado de trabajar, aunque ha tenido algunas complicaciones.

“A veces hay que tomarse un día para ir a comprar. En el control , cuando baja el sol, termina su jornada y carga sus herramientas en su camioneta Ford F-100. Solo al medio día hacen una pausa para comer algún sandwich de mortadela con un trozo de pan.

José vive en el barrio Colonia 17 de Octubre, cerca de Alta Barda. El día de la nevada fue con su hijo a la chacra a ver si se podía trabajar pero las plantas estaban completamente cubiertas.

“Se complica mucho nuestro trabajo con el frío, todavía no nos traen la ropa adecuada para el invierno y seguimos reclamándola”.

“En la chacra no se paró nunca, se siguió trabajando”, recalca.

Su hijo Sandro comenzó a trabajar con él a los 7 años y a los 14 ya le seguía el ritmo a su padre. “Tengo una hermana melliza y a ella la llamaron Sandra”, contó sonriendo.

El año pasado terminó la secundaria y en marzo iba a comenzar kinesiología en Cipolletti, pero lo postergó por la pandemia.

Sin embargo, no se quedó con los brazos cruzados y nunca dejó de trabajar. “Este es el trabajo que me enseñaron, más que gustarme es lo que aprendí y es sacrificado”, expresó.

A la mañana temprano dice que siente el frío, a pesar de que usa borceguíes.

La necesidad es la que motiva

“El pago por la jornada de poda anda en los $1.500; igual, lo que se gana depende de cómo está el suelo y la necesidad de cada trabajador”, explicó Carlos, que realiza esta actividad desde los 12 años.

Ahora tiene 49 y aprendió el oficio de su padre, que se jubiló en la chacra. ”Esto lo trae uno desde chico”, expresó.

Carlos remarcó que “es la pura necesidad” la que motiva al hombre a trabajar pese al frío.

La lluvia complica porque el agua deja resbaloso el suelo y la escalera se puede caer. Sin embargo en la chacra en que trabaja hay muchas hojas. Carlos tiene cinco hijos, dos mujeres y tres varones que van a la universidad.

Antes de la poda trabajaba en un galpón de empaque: “Lo hago por tanto, si no trabajo un día lo pierdo”, señaló.

El podador mira los controles policiales que hay sobre la ruta.

“Vamos a salir de este quilombo del coronavirus. Todos tenemos que cuidarnos y aguantar el frío nomas”, concluyó.

Texto: Benjamín Ríos, diario Río Negro

Julio 2020

Texto resumido

Fotos: Gonzalo Maldonado y Juan Thomes

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