Jorge Castañeda, escritor de Valcheta: “Yo soy de Boca Juniors”

“Si si señores yo soy de Boca, si si señores de corazón, porque este año desde la Boca, desde la Boca sale un nuevo campeón”.

Si, yo soy de Boca, el club de mis amores. Por tradición familiar, por pasión, por amor a la camiseta, por el embrujo de sus colores, por su escudito lleno de estrellas. Porque Boca es un firmamento. Un universo en sí mismo. Una galaxia desplazándose a la velocidad de la gloria. Porque Boca es la “mitad más uno”, más dos, mas tres, más el infinito. Porque Boca es una totalidad hecha de historia y de pasión.

Si, yo soy de Boca porque conjugo el verbo de lo excelso y proclamo mi carta de identidad cuando digo: “de mi Boca, de tu Boca, de nuestra Boca, de Boquita”.

Porque Boca no tiene espacio ni tiempo y no hay recipiente que lo pueda contener, es el alfa y la omega del fútbol, la cuadratura del círculo, la perfección del número áureo.

Yo soy de Boca y tengo toda la pasión del hincha, fanático aunque no sea guardián de los templos y faccioso aunque no porte el faccio de los lictores.

A pesar de los efluvios del Riachuelo o de los olores indignos de los pisaderos de adobes soy bostero, de barro, de barriada pobre, de sueños del pibe, de inmigrantes, de barcazas, de Filiberto, de Quinquela, del club de la ribera al lado del río de nuestros afectos.

Amo la Bombonera, quiero besar su pasto. Es el santuario de mi club, el Coliseo de los titanes, la arena de la gloria. Una caja de bombones como la soñara el yugoslavo Victorio Sulsic. Esa Bombonera que nunca tiembla porque siempre late. Con los bombos, con los tamboriles, con el corazón al unísono  de todos los boquenses.

Amo a Suecia por legar los colores de su bandera, bella como en la proa  de los barcos. De azul y oro está teñida mi vida y su circunstancia.

Amo a Boca porque en Boca el grito de aliento es un apócope que todo lo dice: Dale Boo…, dale Boo…dale Boo…donde el resto sobra, lo demás se sobreentiende, lo que falta se adivina.

A pesar de ser argentino por profunda vocación me siento también xeneize en el mejor dialecto genovés. Y envidio la gesta de los primeros inmigrantes de Génova que tuvieron un día la idea magistral de fundar un Club para hacerlo universal.

De sacar de la galera una pasión, una gloria, un carrusel de emociones.

Yo soy de Boca, porque hasta inventamos la “hinchada Nº 12”, esa que nunca cede, que siempre acompaña, que vibra con cada partido más allá del resultado.

Si si señores, yo soy de Boca porque de Boca era mi vieja, mi viejo, de Boca es mi esposa, mis hijos y así serán mis nietos y mi simiente: de Boca. Porque Boca es un blasón, una forma de concebir la vida, una marca de origen, un sentimiento. Porque Boca es una familia grande, una cofradía, una fraternidad, un grito compartido, una sinergia que rompe todas las esclusas.

Yo soy de Boca desde que tengo uso de razón. Con todas las vísceras, sin ningún lugar a dudas y aunque me guste mudar de ropa y de pertenencias jamás nadie podrá inducirme a cambiar de camiseta.

Cada partido de mi equipo es un juego sacro. Yo sufro y me alegro. Grito y a veces hasta lloro, cada jugada me conmueve el alma y cuando Boca gana jugando todas las cosas me salen bien, el país anda mejor, me olvido de los problemas cotidianos, un ángel me sonríe desde el cielo. Cuando se despliegan las banderas en la cancha el corazón se más hace más grande, pían los pajaritos en los árboles, siento una música como una sinfonía que me subyuga y cautiva.

Yo soy de Boca y presento mis cartas credenciales antes y después de cada partido.

Parafraseando a Borges a mí se me hace cuento que nació Boca Júnior, “lo juzgo tan eterno como el agua y el aire”.

Jorge Castañeda

Valcheta

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