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La meseta rionegrina tiene, sin dudas, una magia inigualable, indescifrable. Los paisajes raídos por el viento y sedientos dibujan en cada atardecer postales increíbles. Y en esos paisajes está la gente que ha nacido en estas tierras, que ha crecido escuchando los silencios, viendo el infinito horizonte, sintiendo el sol abrasador de los veranos y el frío penetrante de los inviernos, es la gente que ama profundamente a su suelo y encuentra todas las razones para seguir formando parte de estos paisajes.
Los pueblos de la Línea Sur están forjados por verdaderos valientes. Aquí hubo que luchar contra la adversidad por los tiempos. Las distancias todavía no son menores y en ese transitar los pioneros sembraron las semillas de la perseverancia y del optimismo. Así se fue formando el espíritu aguerrido de la buena gente que habita estas latitudes.
Y hablando de buena gente, que ama a este lugar y que defiende con hechos, respetando el legado de sus mayores está el “Vasco” Sarriés, un hombre sencillo, tan sencillo que suele calzar alpargatas y, guitarra en mano, anda por los caminos de la vida cantando versos que le salen del alma, contando sus vivencias y la de otros para que las nuevas generaciones puedan comprender que a esta tierra hay que cuidarla y admirarla para sentirla propia.
Los versos que describen Don Sarriés son auténticos, únicos, tienen el sello de una meseta que le fue dictando estrofas mientras él, con su estampa de hombre de campo desandaba huellas del agreste suelo de la Línea Sur.
Texto: Elba González, integrante del Centro de Escritores de Ingeniero Jacobacci, en la presentación de libro “Razones de un ignorante”, del “Trovero rezagao” Aurelio Sarriés.
