Extranjeros que delinquen en Argentina: Narcos dominicanos en Patagonia, drogas y explotación de mujeres

Tienen menos exposición pública en el área metropolitana, pero su presencia se siente fuerte en el Sur argentino, donde montaron sus redes de tráfico de drogas en las mismas estructuras ilegales que los llevó a dominar las redes de explotación de mujeres. Los narcos de origen dominicano aparecían siempre un paso atrás con relación a los carteles colombianos y los clanes bolivianos y peruanos que operan en la Argentina.

Sin embargo, el volumen del contrabando intentado el martes pasado en el aeropuerto internacional de Ezeiza resulta casi una presentación pública de las bandas dominicanas que crecieron en forma constante en los últimos años. Dos hermanos dominicanos, Javier Pérez Mendoza y Luis Pérez Mendoza, aparecen en la investigación judicial como presuntos organizadores de la maniobra que incluyó el reclutamiento de 10 mulas -jóvenes sin antecedentes que fueron detenidos en la terminal aérea- para el transporte de más de 250 kilos de cocaína hacia España.

En general, esas bandas dominicanas -la Justicia aún no determinó si se trata de bandas inorgánicas que se juntan para un negocio ilegal o si forman parte de un cartel de drogas más consolidado- se abastecen de cocaína de origen boliviano y tienen un importante aparato logístico que les permite mover cargamentos de relativa magnitud en volumen suficiente para sostener el consumo en las provincias sureñas, donde no tienen competencia de otros clanes extranjeros.

En la Patagonia, las organizaciones criminales conformadas por ciudadanos de República Dominicana tomaron el control del movimiento de trata y la explotación de mujeres migrantes. Con el paso del tiempo, comenzaron también a utilizar las mismas rutas y postas -destinadas al tráfico de personas- para trasladar cargamentos de cocaína, que aumentan considerablemente su valor económico no bien ingresan en el sur del país, según los expedientes judiciales a los que accedió LA NACIÓN.

Los traficantes no se preocuparon siquiera de ocultar la cocaína en las valijas; sospechan que el cargamento fue organizado por dominicanos.

Un informe publicado por el Ministerio Público Fiscal (MPF) explicó cómo se constituyó el complejo entramado delictivo de las bandas dominicanas que se desplegaron en la provincia de Neuquén, donde fueron detenidas tres mujeres que formaban parte de la red que intentó introducir la cocaína en un vuelo de Air Europa.

Esa maniobra fue anticipada por la Policía de Seguridad Aeroportuaria, que el 11 de abril pasado había recibido un mensaje anónimo con el aviso sobre los preparativos de los hermanos Pérez Mendoza.

El aviso que dio origen a la investigación en abril expresó: “Hay una gente que se llama Javier Pérez Mendoza y su hermano Luis Eduardo Pérez Mendoza que están mandando personas con la droga a España. Ellos manejan el boliche La San Vicente en la calle Varela […]. La señora Xiomara Pérez Mendoza, que es la madre de Javier y Luis, el mes pasado hizo un viaje a España llevando la maleta con droga”.

Según confirmó LA NACIÓN, al menos tres equipos de investigadores federales están abocados a seguir los pasos de grupos integrados por dominicanos que operan en distintos puntos claves de la Patagonia, traficando cocaína o explotando mujeres. Una de esas bandas había sido detectada el 11 de noviembre de 2018, cuando se decomisaron 16 kilos de cocaína que tenían como destino Tierra del Fuego. En junio de este año fue atrapado un dominicano con siete kilos de cocaína en Río Grande; el traficante había movilizado la droga desde Formosa.

El scaner expuso los panes de cocaína dentro de las valijas despachadas en Ezeiza.

Las operaciones de las mafias dominicanas se extienden, según datos judiciales y policiales, por otras localidades patagónicas, como Esquel, Gobernador Costa y Comodoro Rivadavia, donde el viernes 13 del actual fue detenida una pareja dominicana que controlaba puestos minoristas de venta de drogas. Otros cuatro dominicanos fueron arrestados en esa ciudad el 28 de agosto, luego de ocho meses de una investigación a cargo de la Gendarmería.

El 4 de julio pasado se conoció, en tanto, el arresto de dos mujeres dominicanas encargadas de dar soporte logístico a una línea de abastecimiento de drogas que se iniciaba en la ciudad de Buenos Aires y terminaba en Trelew.

No solo los investigadores argentinos pusieron atención en estos grupos dominicanos, cuya presencia en el Sur fue confirmada, por ejemplo, desde el Poder Ejecutivo de Tierra del Fuego, sino que también los agentes chilenos investigan los movimientos de bandas similares que operan del otro lado de la Cordillera de los Andes. Quienes estuvieron detrás de algunas de esas pesquisas aseguran que en la Argentina las bandas de dominicanos son violentas, y han sido descubiertas muchas armas de fuego en su poder. De todas maneras, buscan no enfrentarse con grupos locales, porque prefieren un perfil bajo. Al contrario: los choques son entre facciones internas de las organizaciones dominicanas y por el control de las rutas de tráfico.

En la ciudad de Buenos Aires, esos grupos tomaron posiciones importantes en los barrios de Constitución y Flores, donde operaba la célula detectada a comienzos de este mes en la llamada operación Bachata, causa en la que figura el clan familiar de los Pérez Mendoza dentro de una trama delictiva que llega a Los Monos, ya que algunos de los que fueron atrapados tenían vínculos directos con Ramón Machuca, conocido como Monchi Cantero y condenado como uno de los principales jefes de esa organización narcocriminal rosarina. Un boliche y una empresa de instalación de equipos de aire acondicionado fueron usados, según fuentes oficiales, para el lavado de dinero narco; esas firmas fueron creadas en enero y febrero pasados por Pérez Mendoza, el dominicano que aparece mencionado en el anónimo que dio origen a la causa en Ezeiza.

Las valijas fueron interceptadas luego de ser despachadas en un vuelo hacia España.

En mayo pasado también se descubrió que uno de los tentáculos de esa red criminal controlada por dominicanos había establecido desde la ciudad de Buenos Aires una ruta de abastecimiento de cocaína dirigida a Junín y localidades cercanas a esa importante ciudad bonaerense.

Según detallan los investigadores federales que conocen la actividad de las bandas dominicanas dedicadas a explotar mujeres y vender drogas, las mujeres caribeñas llegan a la Argentina engañadas con falsas propuestas de trabajo y, además de ser sometidas sexualmente en el Sur de nuestro país, son obligadas a poner en circulación la cocaína y se transforman así en mulas, el último eslabón en la cadena de los envíos de droga rumbo a la Patagonia en general y a Neuquén en particular.

Sobre esa situación, un importante funcionario del Poder Judicial explicó: “Hay que investigar quiénes son los responsables de esos envíos y quiénes se quedan con las ganancias. Es absurdo castigar a esas mujeres como si fueran las responsables de actos delictivos de crimen organizado, ya que por necesidad participan del acto de comercio de drogas”. Eso pasó también en Ezeiza, donde fueron atrapadas las 10 personas -de bajos recursos económicos- enviadas con la droga. El armado de una red de mulas es una característica de las bandas dominicanas que buscan el control de la logística narco local.

Por: Daniel Gallo y Belisario Sangiorgio diario La Nación

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