El fantasma del Rodolfito anda en taxi. Otra historia rionegrina de miedo

Todos los pueblos recrean en el imaginario colectivo de sus pobladores leyendas urbanas que se van repitiendo de boca en boca agregando nuevas facetas conforme a la imaginación de quién la cuenta. Así, el hecho primario (si lo ha habido), se ve enriquecido por las distintas versiones, pero guardando muy poca relación con lo que realmente ocurrió.

Historias de fantasmas y de aparecidos cada pueblo que se precie de tal las tiene. Así podemos hablar de ánimas errantes, emanaciones espirituales, apariciones misteriosas, potestades de las tinieblas, fantasmas y otras entidades similares.

Por supuesto que en todo esto hay mucha superchería, pero también algunos casos estudiados por la ciencia que dan que pensar.

Desde antes de Hamlet ha habido apariciones de fantasmas. En la Biblia ya se hablaba del espíritu del profeta Samuel convocado a petición del rey Saúl. Y por cierto que fantasmas famosos, por ejemplo el fantasma Benito, glosado en la canción por Joan Manuel Serrat.

De Drácula, inspirado en el conde Vlad “El Empalador”, hay mucha bibliografía y ha sido llevado al cine en numerosas películas de terror y series televisivas.

No es de extrañar que los antiguos griegos y romanos convivieran en sus oráculos con esos seres fantasmales con tanto poder que podían torcer el destino de las personas a su antojo.

Es decir que invariablemente “se viaja del mito a la realidad” como lo hacían a través de sus chamanes los pueblos antiguos del mundo todo, fenómenos estudiados por Mircea Eliade, Carlos Castaneda y tantos otros.

¿En qué pueblo no se cuentan apariciones de fantasmas, de difuntos que de noche salen de sus sepulcros a pasear, asustando a propios y ajenos?

Y el tema de los que mediante una sábana blanca se disfrazan de fantasmas para asustar a los incautos ululando como locos, y que al ser descubiertos provocan  la hilaridad de algunos y el alivio de otros, está reflejado en infinidad de cuentos y relatos de la literatura costumbrista, quedando esos episodios tan arraigados en la memoria colectiva que aún después de muchos años y hasta de generaciones son recreados en sobremesas de fogón, metiendo miedo a los más pequeños.

¿Qué son los fantasmas? ¿El alma de algunos difuntos que no quiere dejar su hábitat y merodea por lo que fue su casa, su barrio, enviando señales del más allá a sus familiares? ¿Existen, o son el fruto de la imaginación afiebrada de algún alucinado que los ha creado con los miedos de su propia mente? ¿Son espíritus errantes que no encuentran el reposo del sueño eterno, porque en su vida humana dejaron cosas inconclusas? ¿O porqué de alguna forma quieren advertir  algo que en su vida terrestre no pudieron decir?

Lo cierto, según  las leyendas urbanas, que Valcheta, hermosa localidad de la Región Sur, también tiene sus fantasmas, por ejemplo el del bosque petrificado y otros de carne y hueso salidos de algún baile de disfraces que gustaban asustar a algunos pobladores crédulos.

Según cuentan los vecinos, el más conocido es el fantasma de Rodolfito. Rodolfito era un muchacho bueno, un verdadero personaje del pueblo, muy allegado a la Asociación de Padres y Amigos de las Personas con Discapacidad. Era común verlo caminar las calles del pueblo con toda su bonhomía e inocencia a cuestas.

Lo cierto es que una vez enfermó gravemente y falleció. Por razones que se ignoran sin poder ser velado su cuerpo fue llevado directamente el cementerio local.

Dicen que por esa aciaga circunstancia que su fantasma anda errante y algunos aseguran que lo cruzan cuando salen a caminar o que lo ven andando en bicicleta. Y la anécdota más difundida es que a veces el Rodolfito viaja en taxi, solo o siendo un pasajero más.

Seguro que son historias ficticias generadas por las “contadas” de los vecinos que a lo mejor lo han confundido con alguien parecido.

Lo cierto tal vez sea que los fantasmas estén dentro de nosotros mismos, como dice el escritor Rubén Esteban Cabo: el fantasma de la depresión, de la tristeza, de la pereza y tantos otros, porque adentro de cada hombre y mujer como aseguraba Isidoro Blaistein “sonríe un ángel o ruge un demonio”.

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

Reedición

Foto ilustrativa de Valcheta

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