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En pleno septiembre continúa a buen ritmo en Viedma la “campaña” de tala y destrucción de árboles, con evidente soslayo de las autoridades locales.
Al corte indiscriminado de cientos de ejemplares, incluso extracciones, se sumó este mes el reciente recorte de árboles -aparentemente para evitar contacto de ramas con cables- cuyos restos aún están tirados sobre veredas en distintos sectores de la ciudad.
Si se observa detenidamente la cantidad de ejemplares que fueron prácticamente destruidos durante la ”exitosa” campaña, se podría inferir que muchos trabajadores -que saben poco de poda correctiva- estuvieron estos meses a “full”, en infatigable tarea.
Grupos de jóvenes, con escalera, serruchos y hachas, aprovecharon la “temporada” y se encargaron de ofrecer sus servicios a dueños de viviendas.
Por lo general, son los propietarios de viviendas los que ofrecen trabajo para que “desguacen” a los árboles situados en “sus” veredas.
Varias personas contratadas por el propio municipio no dieron abasto- y aún tiene tareas- para recoger ramas y otros restos de árboles, cortados a mansalva.
“Mejor, así seguimos teniendo mucho trabajo”, dijo Lucho, un trabajador que se dedica a recoger ramas, aún en pleno septiembre.
Varias sóforas, de gran porte, que se encuentran en veredas de algunos edificios públicos, fueron prácticamente destruidas y este año -y durante varios más- no darán sombra.
Excepto pocos casos de vecinos que decidieron colocar árboles nuevos, oficialmente nada se hace. Y está a la vista. Avenidas y bulevares están “pelados”, no hay árboles. Y en el caso del bulevar Ituzaingó, numerosos eucaliptos sufrieron impiadosos cortes. No los destruyeron más porque completaron la faena que -inexpertos- comenzaron el año pasado.
En Viedma no hay política forestal. Solo una alocada campaña para destruir los pocos árboles que quedan. Y es para llorar.
