La misteriosa Comisaría de Valcheta. Otra historia rionegrina de terror

 

Valcheta es un pueblo rico en leyendas, misterios, sucesos, hechos fortuitos que han quedado en la memoria de los viejos vecinos y son traídos al presente en las “contadas” de su gente.

Como en todo lugar que se precie hay hechizos, casas embrujadas, seres imaginarios que por la noche meten miedo, piedras que ruedan solas para beneficio de su poseedor que cada año debe entregarle un familiar, Trafic que andan solas, ánimas de difuntos que se pasean en taxis o caminando por las calles y mil historias más agrandadas por quienes las cuentan o que dicen haber sido testigos de las mismas.

La Comisaría de Valcheta es el asiento de la Unidad 15 de la Policía de Río Negro y tiene una vieja historia muy rica en antecedentes de la vida social de Valcheta. Ocupa un pintoresco edificio construido en la década del 40 por el emprendedor gobernador del entonces Territorio Nacional Ingeniero Adalberto Torcuato Pagano.

El edificio construido con fuertes materiales aún se conserva muy bien. Tiene dos plantas y un atractivo mirador, donde antiguos policías solían contar que en el el mismo el cabo de guardia escuchaba y respondía los silbatos con el personal que estaba de ronda.

Desde hace varios años las palomas lo usan de mirador y dormitorio y también hospeda a los para algunos “desagradables” murciélagos –alguno estuvo infectado de rabia- que provocan no pocos trastornos en la casa para uso del jefe de la Unidad en la parte superior del edificio.

Cuando pasaron por la localidad los escritores del género fantástico, como Ana María Shua, Lucía Gálvez, Carlos Gardini, Sergio Vel Hertman y otros más, tomaron fotos de la curiosa Comisaría.

Lo misterioso del caso es que al ser reveladas las mismas en una salió la forma de un “platillo volante” sobre el techo y fue inspiración para la novela “El intercambiador Galáctico de Valcheta”, ingresando así la Unidad 15 a la literatura de ficción.

El padre del conocido animador del Festival de Doma y Folclore de Jesús María, Carlos Franco pasó su infancia en la institución policial cuando su padre era comisario de la misma y muy emocionado muchos años después cuando vino como presentador de una Fiesta Nacional de la Matra y de las Artesanías reconocía la escalera y la casa que supo habitar cuando niño.

Lo cierto es viejos empleados policiales rescatan algunos sucedidos misteriosos, sobre todo cuando antes a las doce de la noche se cortaba la luz de la vieja usina. Decían que las máquinas de escribir andaban solas, que alguien caminaba por los calabozos, que se sentían voces; pero todo en vano: con farol “Sol de Noche” recorrían las instalaciones pero no había nadie, sin embargo a sus espaldas las puertas se cerraban solas para un susto mayor de los uniformados.

Antiguamente las rondas se hacía con caballos que fueron donadas por vecinos de la localidad y por eso no era raro escuchar por muchos los relinchos de los animales que ya había sido reemplazados por un Jeep enviado por Jefatura que también dejó varias historias como cuando volcó al llevarse por delante una talla de piedra enterrada.

 Cada nueva gestión la Comisaría es renovada, conservada, pintada, hermoseada. Las viejas placas recuerdan su pasado y las anécdotas de su personal trascienden los tiempos. Muchos comisarios dejaron anécdotas imperdibles.

Para quienes en ella trabaron seguramente “todo tiempo pasado fue mejor” a pesar de los espectros y los fantasmas, de las palomas y de los murciélagos. Ella, la vieja Comisaría,  continua custodiando la vida de los valcheteros.

 

 Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

Para masrionegro

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