Atahualpa Yupanqui y Aníbal Troilo se reunieron en un restaurante en Bahía Blanca

Durante un tiempo LU2 Radio Bahía Blanca disponía de una oficina de contrataciones artísticas, que se ocupaba de acordar con las más representativas figuras de la música y el canto, para que actúen en la Fonoplatea de la radio, que obviamente eran transmitidas por esa onda para la amplia zona que cubría ese medio.

La misma oficina se encargaba de acordar la presencia de esos artistas en localidades de la región, por lo tanto los intérpretes permanecían el tiempo  que duraba el contrato en Bahía Blanca.

En una oportunidad, coincidieron en la ciudad dos figuras consultares de la música y la poesía de nuestro folklore con Don Atahualpa Yupanqui y la música ciudadana como Anibal “Pichuco” Troilo, nada menos.

No hace mucho, el diario La Nueva Provincia recordaba la crónica del periodista Bruno Pasarelli, publicada el 9 de noviembre de 1965, en la que narra el encuentro de estas dos grandes figuras en un restaurante que funcionaba frente a la plaza Rivadavia.

La nota comenzaba así, porque así se inicio el encuentro de Troilo y Don Ata; ¡Paisano!, ¡Pichuco! Para confundirse de inmediato en un interminable abrazo, siguió la copa levantada para el brindis y horas de sobremesa, donde conversaron largamente, obviamente sobre la amistad y profundos temas folklóricos y tangueros, que era como hurgar en el alma de Argentina.

Afirma en la nota Pasarelli, qué dijo Troilo entonces: “Vos sabés paisano que sos uno de los hombres que más admiro”, para añadir, “te acordás cuando me quedé un tiempo en Mar del Plata, solo para hablar de noche contigo?” y agregó; “mira aquí tengo la tarjeta que me enviaste desde Japón” y sacó una tarjeta que con la letra de Yupanqui se podía leer “ el músico de la fiesta tiene un quejoso en la falda, que está cansado de arrugas y esta arrugado de danzas.”

La nota refleja momentos imperdibles de la conversación entre las dos figuras de nuestra música y poesía nativa, como disfrutar de sus actuaciones en los estudios de la radio que congregaba a un buen número de personas, pero además durante el día, se los podía encontrar recorriendo las calles  bahienses o en algún café o restaurantes, conversando animadamente.

Estos diarios paseos que realizaban por calles y sitios de la ciudad, posibilitaba que cualquier vecino tenga la oportunidad de mantener conversaciones sobre temas diversos y obtener sus reflexiones, opiniones y pensamientos relacionados con sus actividades u otras cuestiones.

Retornando a la crónica de Pasarelli, éste destaca que Troilo dijo en su momento: “Mirá, lo que ocurre es que ya nadie se ocupa de saber lo que le pasa al hombre de la calle. El poeta debe poner en sus letras el sentir de todos, no solamente el suyo. Por eso fue grande Discepolín… “

Y añadió lo que agregó Yupanqui; “Fue grande porque era el hombre de la calle haciendo poesía y al mismo tiempo filosofía. ¿Y cuántos poetas espontáneos hay y que nadie conoce? En el campo, por ejemplo…”

Sobre el mismo tema, Yupanqui definió que un “paisano es el que lleva el país adentro.” Troilo afirmo entonces que “esa fue la desgracia de Discepolin, llevar el país adentro, algunos me dirán que es una cursilería, pero se murió de tristeza, de pena, de incomprensión. Harto de hipócritas.  Recién mucho tiempo después se dieron cuenta de lo que fue y de lo que decía.”

Troilo recordó también cuando en una ocasión actuaron juntos en Radio el Mundo y entre los temas interpretados destaco, “Los ejes de mi carreta”.

La charla continuó y aparecieron anécdotas compartidas, viajes, las calle porteñas, las visitas a Santiago del Estero, el pensamiento de Borges y temas políticos.

Yupanqui recordó cuando estuvo preso cerca de un año por sostener ideas partidarias y que el comisario que lo detuvo le expresó saber que era muy estudioso de la Guitarra, por lo que haría que le traigan el instrumento para que estudie durante su detención. Yupanqui agrego, lo que en aquel momento respondió en forma contundente: “No comisario no, gracias, el que está preso soy yo, mi guitarra está libre.”

La charla que incluyó anécdotas, recuerdos, pensamientos, definiciones, experiencias, sentencias y tantas cosas mas, se extendió por varias horas en las que además se fueron sumando  otros parroquianos, que sorprendidos por la presencia de dos notables de nuestro acervo nativo, tanto campero como ciudadano, celebraron  la oportunidad de poder conocerlos personalmente y escuchar de sus propias voces distintos aspectos de sus vidas.

No podía cerrar esta historia sin recordar al excelente periodista Bruno Pasarelli, quien organizó en un restaurante céntrico de Bahía Blanca el almuerzo con estas dos notables figuras quienes no tuvieron reparos en compartir y a quien Bruno les reconoce una sabiduría increíble.  Destaca en la nota también que ambos incursionaron en distintos temas en medio del embelesamiento del resto de los comensales invitados.

Sostiene también Pasarelli que “pude volcar aquel diálogo que duro horas, en este artículo que escribí para La Nueva Provincia”. “Se trató, añadió, que sigo considerando una de las notas mas simpáticas y seductoras que tuve la suerte de escribir en mi larga carrera periodística.

“ Y ojo –  finaliza Bruno Pasarelli – la defino asì, no por lo que aporte personalmente a la misma, porque casi no abrí la boca, sino por el encantamiento que en mi, sentado a la izquierda de Pichuco provocaba cada frase, cada anécdota, cada recuerdo que ambos reflotaban.”

 

Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma

Las Grutas – Río Negro.

 

 

 

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