Los carnavales: Sarmiento disfrutaba mucho. A favor y en contra de las celebraciones

 

Estamos a las puertas de una nueva celebración de los tradicionales carnavales que, como se sabe, se trata de un festejo mundial y me pareció  entonces apropiado recurrir a los archivos disponibles relacionados con la fecha y  algunas particularidades vinculadas con los mismos.

Como tantas otras costumbres, celebraciones y otras expresiones, los carnavales también fueron introducidos por España, aunque la festividad tenía arraigo mundial y diferentes manifestaciones de acuerdo a los sectores sociales o las regiones geográficas.

Claro que también hubo opositores a la fiesta, que para la idea cristiana los días previos a la festividad eran para limpiar la carne, razón por la que se podían utilizar disfraces, bailar y arrojarse agua.

Entre los detractores estaba Juan Manuel de Rosas, en cambio los que se manifestaban a favor, según datos históricos, figuraba Juan Bautista Alberdi y el propio Domingo Faustino Sarmiento, quien durante su Presidencia reestableció  la festividad que estaba prohibida y además participaba de la misma.

Según afirman crónicas históricas, en 1854 las manifestaciones carnestolendas se realizaban en ámbitos cerrados como Teatros y recién en 1868, reestablecida como “fiesta popular” los festejos se trasladaron a la vìa pública y se realizaron en el caso de Buenos Aires, en cinco cuadras de la entonces calle Victoria, hoy Hipólito Yrigoyen.

Pero lo más interesante y destacado, según lo afirma otra crónica sobre el tema, está dado porque el propio presidente Sarmiento participaba de los festejos y recorría el sector determinado para la celebración  desde una vieja carreta vistiendo su poncho de vicuña y cubierta su cabeza con un “sombrero o chambergo”, que le posibilitaba no ser reconocido por todos, incluso se afirma que era receptor de algunos chorros de agua que eran parte de la fiesta y también los repartía.

Algunos de los historiadores que se ocuparon en profundidad de este tema, acusaban a Sarmiento de “haber  tirado su Presidencia a los infiernos”. Mientras tanto otros, en sus comentarios afirmaban que el presidente “se divertía mucho y se lo observaba por lo tanto riendo a mandíbula batiente”.

Otras informaciones aseguran que el juego con el agua estaba muy difundido y en algunos casos se llegaba a utilizar hasta cascaras de huevo, vacías claro,  que llenaban con agua de dudosa procedencia  y eran lanzadas como bombitas.  Destacan por otra parte que Sarmiento expresaba y celebraba la posibilidad del anonimato de los disfraces, ya que ello borraba las diferencias o desigualdades de las clases sociales, por lo menos durante los festejos.

Además, ponen de manifiesto que otros políticos de entonces eran también devotos de estas festividades, entre ellos funcionarios, como hombres de la más alta sociedad porteña, por caso el ingeniero Emilio Mitre -hijo de Bartolomé Mitre-, el diplomático Delfín Huergo y el ex intendente de la ciudad de Buenos Aires, Alberto Casares.

Obviamente, quien se destacaba por su manifiesta  adhesión a los carnavales era el presidente Sarmiento, quien en esa fiesta del año 1873 fue distinguido, como el Emperador de las Mascaras, otorgada por los componentes de la Murga, “Los Locos de la Luna”.  De acuerdo a la información se trataba de una medalla de estaño con la esfigie del presidente luciendo una corona.

Sarmiento conservó esa medalla distinción y en agradecimiento invitó una tarde a los integrantes de esa comparsa a compartir la merienda,  mediante una tarjeta con la leyenda “Con el gusto de conocer al loco Sarmiento.”

Como en el grupo había artistas de distintas disciplinas y entre ellos, imitadores, el presidente les solicito que alguien lo imite y así lo hicieron, para de inmediato que también lo hagan con su ministro del Interior  de su gobierno, Dalmacio Vélez Sarsfield, quien también se encontraba presente en la reunión.

Como se podrán imaginar los lectores, algunos medios periodísticos y la oposición no ahorraron críticas al presidente por participar de los festejos del carnaval, entre ellos el periódico, “El Mosquito” que estaba calificado como; “satírico y burlesco”, que publicó varias caricaturas del primer mandatario sobre una carroza, bailando o con la corona con la que fue distinguido.

Los columnistas de los periódicos destacaron por lo tanto, que Sarmiento fue el presidente mas “caricaturizado del siglo 19, no obstante ello destacaban también que esto no lo enojaba, como tampoco cuando durante su paseos por los corsos era mojado por ciudadanos comunes.

 

Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma

Las Grutas – Río Negro

 

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