Breve escolio sobre el colectivo. También llamado micro, ómnibus o “bondi”

Colectivo, micro, ómnibus, son las denominaciones más corrientes en castizo castellano de este medio de transporte automotor, amén de otras usadas en el lunfardo siendo “bondi” la más común y menos frecuente “chancho”. Dejamos para los más eruditos las denominaciones en otros países como guagua, en Chile y demás.

Hay varios vocablos que se identifican con ellos como boleto, pasamanos, ventilete, violetero (en la jerga popular era la lámpara de luz violeta que se colocaba sobre el parabrisas o sobre el frente de la unidad por suponer que este tipo de luz evitaba el encandilamiento), boletera, rollo (era la cinta continua de boletos numerados que se colocaban en la boletera para su corte y venta), capicúa, pulsador, portaequipaje, pasamanería, parada, pasamano, monedero (tengo uno, obsequio de mi amigo Salvador Cambarieri, que era de su padre), luneta, estribo, fileteado, buche, apoyabrazos y muchas otras palabras relacionadas.

El escritor Francisco Petreca escribe que “colectivo, con el sentido que nos ocupa, es un vocablo que nació en Buenos Aires en 1928. Primero, como palabra compuesta, sea auto o taxi colectivo referido, desde un comienzo, al auto motor”.

“Sin embargo, la casi espontánea creación del servicio que comenzaron a brindar los hasta entonces taxistas, originó también incertidumbre en cuanto a la denominación que debería dársele”.

“El diario La Nación del 25 de septiembre de 1924 mencionó el taxi-ómnibus. Ese mismo día Crítica aludió al taxi-obús y, pocos días más tarde, ese diario, lanzó una encuesta pública proponiendo, ”mientras el público, que es el verdadero juez en la materia, pronuncia su veredicto final, taxi barato, taxi palco, revolver, monedero, remolcador, bufoso, taxi del pueblo”.

“Estas denominaciones no merecen mayores aclaraciones. Acaso simplemente que notar que revólver y bufoso  se explican porque, al igual que el arma, el auto  “carga cinco y dispara”. Y agrega Petreca que “la primera manifestación conocida del apelativo con que hoy individualizamos el sistema apareció en el desaparecido diario de la Editorial Lainez, El Mundo, al que puede atribuirse su paternidad”.

Con respecto al sustantivo micro, que se forma claramente  por trocamiento del compuesto microómnibus, es otro vocablo acuñado en el país. “Surgió poco después  que colectivo, ya que se enmarcó en la confrontación entre las empresas de ómnibus y ,los propietarios de autos colectivos, pues una de las respuestas de las empresas fue la de incorporar a su flota vehículos de dimensiones menores a las del ómnibus usual para competir  con la agilidad y el confort del nuevo servicio y para poder disputar en mejores condiciones la obtención de recorridos”.

“Si su formación es lingüísticamente correcta, la impugnación que puede leerse en el primer número de El Auto Colectivo, portavoz de la Federación de Líneas de Autos Colectivos, es lo suficientemente expresiva del sentir de los colectiveros, y me exime de todo otro comentario: “Microómnibus” es un calificativo tendencioso y de intención malévola en su origen, es una voz inventada por los empresarios de ómnibus en su lucha contra el auto colectivo. Desgraciadamente una complacencia sospechosa en los que reglamentan el servicio de Autos Colectivos; permitió a los empresarios de ómnibus sacar triunfante el límite de superposición entre líneas de ómnibus y de Autos Colectivos. ¿Reparáis, lector amigo, por qué la expresión “microómnibus” repugna al recto sentido gremial? Su origen espurio obliga a radiarlo del lenguaje, a quitar este término de las planillas y todo documento donde la ingenuidad y la buena fe de los compañeros lo estampó.” En la actualidad, micro prácticamente ha desplazado a microómnibus, que parece circunscribirse al lenguaje administrativo. Con él se alude, salvo en la región cuyana, y acaso en otros pocos lugares, al ómnibus de media y larga distancia”.

“Era un  boncha boleao, un chacarero / que se piyó aquel 9 en el Retiro; / ¡Nunca vieron esparo ni lancero / un gil a la acuarela más a tiro!   Era polenta el bobo y la marroca / y la empiedrada fule, berretín. / De un grilo una casimba daba boca, / y un poco la orejeaba el chiquilín.  El ropaé que acusa ese laburo / trabucó bien al boncha de culata, / pero el lancero trabajó de apuro / y de gil casi más mete la pata.   Era un bondi de línea requemada / y guarda batidor, cara de rope… / ¡Si no saltó cabrón por la mancada / fue de chele nomás, de puro dope”.

Letra del tango “Línea 9” de Carlos de la Púa. Alias el Malevo Muñoz – Carlos del Solar.

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

 

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