¿Porqué se frustró el proyecto azucarero de remolacha en General Conesa?

Hace casi cien años la radicación del Ingenio Azucarero San Lorenzo en General Conesa fue considerado de vanguardia y sin embargo no funcionó más de una década.

El inicio de las actividades del emprendimiento que produciría azúcar en base a la remolacha había despertado expectativas, productivas y económicas para el Valle de Conesa. Pese a ello su actividad se mantuvo desde 1929 hasta 1941 y   es importante destacar que no solo en nuestro medio se habían depositado muchas esperanzas respecto a su actividad, sino que también en el extranjero  apostaban al éxito.

No faltaron en esa época las opiniones de especialistas que aseguraban que casi sin cuidados especiales, el producto se adaptaba muy bien a la región de la Norpatagonia y se lograban buenas y muy rendidoras cosechas

Al respecto, el Ingeniero agrónomo Juan Barcia Trelles afirmaba allá por 1923, aduciendo experiencias propias que; “la remolacha azucarera puede estar llamada a producir una profunda y benéfica revolución en la economía rural del Rio Negro, ya que esta preciosa raíz azucarera ha de prosperar en el valle y producir la baja del precio del azúcar, dejando un notable margen de ganancias para el agricultor y para el industrial.”

El 30 de mayo de 1929, Benito Raggio y Juan Pegasano decidieron crear la Compañía Industrial y Agrícola San Lorenzo Limitada integrada por 65 accionistas que aportaron capitales porteños y de Bahía Blanca a efectos que la remolacha comenzara a ser industrializada.

Conviene destacar que de acuerdo a artículos, escritos e investigaciones del periodista Héctor Pérez Morando y la escritora, historiadora e investigadora Inés Luna, las expectativas creadas a raíz de la instalación del Ingenio San Lorenzo, no sólo entusiasmaron  a los productores de Conesa, sino que ocurrió lo mismo en una amplia región donde también advirtieron que se abrían interesantes posibilidades.

Fue tan así que en un momento el entusiasmo se transformó directamente en euforia, cuando la planta llegó a procesar 17.000.000 de kilogramos de azúcar constituyéndose en la más importante remolachera del país y competidora de la producción azucarera de caña del Norte.

Cuando todo marchaba sobre rieles, como habitualmente se dice, comenzaron los problemas que muchos no descartan que hayan sido provocados en forma intencional, como suponen o sugieren los informantes, ante la sorpresiva aparición de enfermedades en semillas llegadas del exterior.

Para la misma época, apuntó Isabel Luna, hubo una explosión en una caldera del ingenio, que si bien no estuvo probado, hubo sospechas que pudo haber sido como consecuencia de una bomba, que dejó lamentablemente un operario muerto.

Muchos adjudican los extraños hechos producidos, como amenazas a la familia de los impulsores del proyecto, a interés económicos financieros de otros puntos del país.  Para completar, Benito Raggio sufrió un infarto y en delicado estado de salud firmó el final del ingenio, debido a que el resto de los integrantes del directorio temían que sigan ocurriendo hechos desagradables.

Según hizo saber también Inés Luna, un ingenio del Norte compró todo con la clausula que por una década no se podía instalar otro emprendimiento de esa naturaleza en Conesa e incluso no podía seguir con la siembra de remolacha, ya que se pudo constatar que la producción de azúcar en Conesa, rendía alrededor de tres veces más que la caña de azúcar del norte.

Lo que significaba que la producción conesina era muy difícil o imposible de doblegar, por lo que los vinculados a la actividad de la caña del Norte se adelantaron a asegurarse que no surjan nuevas instalaciones o emprendimientos como el Ingenio San Lorenzo, ya que según opinaron algunos, como la propia señora Inés Luna,  Raggio  cometió el error de adelantar la idea de instalar Ingenios en Choele Choel, Viedma  y Balcarce.

Resulta extraño por otra parte que aún hoy  no se conoce que se haya intentado recurrir a la remolacha para la elaboración de azúcar, ante la certeza que el rendimiento es mucho mayor que el de la caña, como quedo demostrado durante el período que estuvo en marcha el emprendimiento agroindustrial de Conesa que solo produjo durante doce años.

Para los memoriosos o aquellos que escucharon la historia de sus mayores, los sueños y esperanzas de los pioneros como los de los habitantes conesinos, quedaron truncos en las redes de los intereses poderosos y sus apetencias sostenidas por las azucareras del Norte.

Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma

Las Grutas  –  Río Negro

 

 

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