Una localidad de la región padeció la presencia de un “fantasma”. Intervino gobernador

 

Hace más de un siglo, una “fantasma” aparecía durante las madrugadas en Chos Malal, Neuquén, causando preocupación y terror entre los habitantes de esa localidad neuquina.

Corría 1891 cuando la tranquilidad de esa población se vio alterada por la aparición de una “fantasma”, que se convirtió en tema obligado en todas las reuniones o encuentros de vecinos.

Obviamente, como suele suceder, no solo el tema era  obligado en cualquier encuentro, sino que era creciente la variedad de suposiciones que cada uno hacía respecto a la extraña aparición, que provocaba reacciones de todo tipo.

No faltaron tampoco las recomendaciones del cura párroco, como tampoco las denominaciones con las que los vecinos habían bautizado a la fantasma, que había alterado la tranquila vida y convivencia de la vecindad.

De acuerdo a datos de aquella época, la figura aparecía  bastante ligera de ropas, por lo que el sacerdote entonces efectuó algunas advertencias vinculadas claro está, con tentaciones o imitaciones.  Fue notable la cantidad de nombres que aparecieron para denominar a la fantasma, entre ellos; “Pilucha”, “la Chascona”, o “Alma en pena” y otras denominaciones que circulaban para identificarla.

Era tanta la difusión que se le había dado a la presencia de “la fantasma”, que como suele ocurrir, aparecía o en su mayoría aseguraban haberla visto y hacían referencia en forma coincidente que había sido en las madrugadas.  Así como el tema iba con tanta rapidez en crecimiento y no había rincón de la tranquila población en la que no se hablara de ella,  no faltaron entonces las opiniones de los que consideraban que se podía tratar de algún vivo que pretendía sacar partido de esa situación.

Tanto se hablaba del asunto que no demoró mucho en llegar hasta el propio gobernador, el coronel Manuel Olascoaga, a quien  también numerosos vecinos le presentaron  pedidos respecto a que algo tendría que hacer al respecto.

Si bien al principio Olascoaga solo escuchó y se interiorizó sobre el asunto y advirtiendo que el tema se estaba convirtiendo en una preocupación generalizada, dispuso ocuparse del asunto y como él mismo se inclinaba por la teoría que muchos sostenían, que podría tratarse de una travesura dispuso que la policía detenga a “la fantasma” donde se la encuentre.

La orden contemplaba también una recompensa de veinte pesos para aquel que lograra la captura de la fantasma, autorizando además a pobladores y policías hacer uso de las armas de fuego si era necesario, o trajera información precisa si se trataba  de un chistoso disfrazado.

Para el personal policial, la orden determinaba también, que quien no cumpliera con tal disposición sería dado de baja en forma inapelable, ya que según pudo saber el propio gobernador, algunos efectivos de la fuerza dejaron trascender que no faltaron aquellos que temían enfrentarse con la tan difundida imagen de la fantasma”.

Tras la intervención del gobernador Olascoaga, que por supuesto tuvo amplia  difusión, “la Chascona” o “Pilucha” dejó de pasearse durante las madrugadas por la calles de Chos Malal.

En la población quedó entonces durante un tiempo prolongado, los comentarios de la existencia o no de “la fantasma”, que durante un buen tiempo atemorizó a los pobladores o que el posible chistoso desistió de su humorada ante la posibilidad de recibir una bala y pagar con su vida su arriesgada broma.

Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma

Las Grutas  –  Río Negro

 

 

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