Dolores Fállada: de Praga a Río Negro. Dejó su impronta en San Antonio Oeste

 

Una escueta pero pintoresca reseña recuerda de esta manera a la artista Dolores Fállada: “Hubo una infancia de cabellos de oro y felicidad. Y fue en la romántica Praga, donde jugaba en el castillo de los abuelos. Era hija única, nieta única. El planeta era dorado, redondo y perfecto. El escudo de la familia estaba tallado en piedra, allí, en la gran casa. El mundo era seguro”.

“De golpe el horror, la violencia y los sufrimientos sepultaron todo aquel mundo. La guerra había estallado. Se perdieron el castillo y los abuelos. La madre, María Von Hübschmann, brillante e inteligente y que en otra época ocupara el cargo de diplomática, se vio abruptamente separada de su hija por largo tiempo a raíz de esa misma guerra”.

“Dolores Fállada, la niña de los cabellos de oro quedó a merced de sí misma, de su voluntad de hierro, de los profundos valores de coraje y moral aprendidos en la infancia y de una dignidad indomable heredada y mamada a través de cientos de años de tradición. Los siglos de cultura en la raza que correo por sus venas, unidos a una cultura absorbida en la tradición familiar, plantaron en Dolores Fállada aquella semilla que habría de germinar y crecer a pesar de los horrores de una guerra que asoló su primera adolescencia”.

Luchó férreamente y logró realizar decisivos estudios de artes plásticas en Praga, Zagreb, Viena, Salzburgo y Venecia. Su pasión por la escultura la encontró trabajando tesoneramente, haciendo su oficio en talleres de picapedreros en Carrara, Italia; la escuela de dibujo Nude  e Costume de Trieste le da su formación como dibujante”.

“Ha elegido una vocación difícil, absorbente, que no da concesiones. Y Dolores Fállada hizo sus votos con el arte”.

“Reencontrada con su madre, viene a la Argentina, la tierra que años antes y por casualidad fue su cuna. Decide instalarse en Bariloche y allí, en ese pueblo, entrega su vida de artista, sin descuidar su participación en salones nacionales e internacionales”.

La nota en cuestión, publicada en la “Revista Patagónica” agrega que “su aporte permanente a la cultura de la Patagonia, se destaca con grupos escultóricos importantes, tales como el Pesebre emplaza al pie de la Iglesia Mayor de Bariloche, el busto del pionero Félix Goye, el bajo relieve del General Villegas, todos ellos en la ciudad de Bariloche; la escultura en homenaje a la madre que adorna a los jardines de la avenida principal de la ciudad de Choele Choel. (Y aquí el dato que nos interesa): el Monumento al Agua en San Antonio Oeste”.

Quienes pasen frente a la Municipalidad podrán ver la fuente con las manos esculpidas por esta prestigiosa artista con la leyenda bíblica: “Cavarás la tierra, brotará el agua y beberá el pueblo”.

El tiempo implacable ha pasado, Dolores Fállada ya descansa en paz después de tantos infortunios pero sus obras quedan como un testimonio de su gran talento y tenacidad. Y San Antonio Oeste tiene el mérito de tener una de sus obras más originales.

“Con creadores como Dolores Fállada, pioneros de la cultura, los pueblos patagónicos van amasando sus propias formas de expresión y a ellos debemos rendir nuestro reconocimiento y gratitud”.

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

 

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