Se sabe que la Patagonia posee una riqueza muy importante, tanto de fauna como flora, las que son consideradas por estudiosos realmente envidiables y, además a pesar de estudios e investigaciones de distintos tipos, aún no se conoce en su total dimensión y de tanto en tanto aparecen o se descubren especies que estaban entre nosotros desde siempre y poco conocimiento teníamos de ellas.
Tal es el caso del “Yaguarundi” o gato moro que se lo identifica además por un buen numero de nombres como “Yaguarundi”, “Onza”, “Leoncillo”, “Jaju” o “León Breñero” entre otras denominaciones y se lo ubica como pariente del puma, guepardo, gato montés, gato de los pajonales o gato moro.
Es como todo gato carnívoro y sus preferencias para alimentarse pasa por roedores, aves, reptiles y algún pescado que haya quedado encerrado cerca de la orilla de rio o lago.
En nuestra provincia existe documentación que se lo ha observado, entre algunos otros, en los Departamentos de Sierra Grande, San Antonio Oeste y Avellaneda. Se trata de una especie que tiene hábitos diurnos y es fácil que se lo observe también en cercanías de centros poblados.
No es demasiado grande y como particularidad destacable es el color de su pelaje que va desde el negro, a distintos marrones, hasta un pardo rojizo y anaranjado.
Uno de los problemas mayores que enfrenta para su existencia es la pérdida de su hábitat natural, que según especialistas es preferentemente el bosque nativo, que se ha ido perdiendo a raíz de distintas actividades.
Se lo considera esbelto, de cuerpo largo y patas cortas, cabeza pequeña y larga cola, que en su estado adulto puede medir entre 60 y 80 centímetros y pesar de tres kilogramos y medio a seis y medio, de pelaje corto y áspero.
Precisamente a raíz que su piel o cuero no es de interés de cazadores por su baja calidad, ni tampoco de quienes se dedican a la curtiembre de cueros y pieles, estos no representan entonces demasiado peligro para su integridad y si en cambio la desaparición, como ya dijimos, de los bosques nativos.
Según estudios que sobre la especie han realizado especialistas, el Yaguarundi, como también lo adelantamos, está relacionado en forma estrecha o directa con el puma y en alguna medida desciende de ese linaje que lleva ya más de ocho millones de años.
Sostienen también los estudiosos que el puma puede haber emigrado desde Asia a América del Norte tras cruzar por el Estrecho de Bering, para llegar luego a América del Sur por el Istmo de Panamá.
Tras recorrer varios países de América del Sur, habita Brasil y Paraguay y llegó a la Argentina y a nuestra región donde hay informes que dan cuenta de la observación de algunos ejemplares.
La caza de este felino está en algunos países restringida y en su mayoría, como el caso de Argentina, prohibida, aunque como ya lo señalamos no es ese el principal problema, sino que lo constituye la destrucción de su hábitat, ya sea por emprendimientos productivos, agropecuarios o mineros.
En las regiones de Rio Negro donde corren peligro de ser ultimados, es solamente por haberse acercado demasiado a las viviendas en procura de alimentarse con aves de corral o pequeñas mascotas, porque como ya lo apuntamos también su cuero o piel no tienen valor comercial.
Solo hemos hecho referencia a este pequeño felino, no demasiado conocido ni tampoco difundida su presencia en la provincia, pariente del puma, el guepardo y muchos otros que habitan nuestro suelo u otras latitudes, que desconocemos.
Para finalizar, destaquemos que las hembras paren de uno hasta cuatro cachorros tras una gestación de setenta a setenta y cinco días y viven hasta alrededor de quince años.
Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma
Las Grutas – Río Negro