Patagones: No fueron fáciles los primeros años. Malones y gran inundación causaron daños

 

Pasado el intento de invasión brasilera de 1827, la población se preparó para tiempos de paz, crecimiento y expansión, pero no eran tiempos de distracciones cuando en las proximidades se asentaban algunas tribus que habían comenzado a mostrar su belicosidad.

Esta circunstancia comenzó a afectar y por lo tanto a restringir los espacios productivos; la región más apropiada para la producción y crianza de ganado era la margen Sur, que resultó arrasada, lo que obviamente desanimó a los criadores de ganado que optaron por circunscribir la actividad a la margen Norte lo más próximo posible al Fuerte.

Para ese entonces, el naturalista y antropólogo Charles D’Orbigny quien había permanecido en la región realizando diversos estudios también abandonaba el Carmen, sin conocerse a ciencia cierta si fue que había culminado su labor o por los peligros que generaron los malones.

Es necesario recordar que durante la estada de D’Orbigny se produjo también una montonera o maloqueada encabezada por los chilenos hermanos Pincheira, que se alzaron con una cantidad de animales calculados entre 5.000 a 6.000, provocando lógica desazón entre los ganaderos.

Para completar el infortunio de los pobladores de Patagones, ese año se produjo una inundación que, según algunos historiadores, fue de una acción tan destructiva y devastadora como la soportada en 1779 a poco de haberse fundado Viedma y Patagones y que obligó al fundador a trasladar la población a la margen Norte que observaba una sustancial diferencia en altura respecto al lugar elegido inicialmente por Francisco de Viedma para el asentamiento.

Cabe recordar al respecto que en ese entonces no se tenía cabal conocimiento respecto al comportamiento del río Negro, que recibía los aportes de las nevadas en la cordillera, los deshielos y la acción de las mareas del océano que cíclicamente demoraba el volcado del río al mar.

Debieron pasar muchos años para que el tema de las inundaciones quede superado, ya que ello ocurrió cuando se decidieron obras para controlar los diversos comportamientos del río

En cambio, la acción de los malones se redujeron notablemente a raíz de la determinación de Rosas de crear nuevos fortines en la región como el caso del Fuerte del Colorado y la sustancial mejora en la comunicación entre los Fuertes Independencia en Tandil, La Fortaleza Protectora en Bahia Blanca, el Colorado y el Fuerte El Carmen.    A ello hubo de sumarle su política de coacción militar y negocios pacíficos consistentes en trocar orden por raciones de ganado que contemplaba entre otras acciones, la circulación de “chasquis”, partidas de soldados y ganado destinado a las guarniciones.

Superadas esas contingencias comenzó a advertirse una interesante demanda de mano de obra, que en principio era cubierta por los reos que alojados en el fuerte alcanzaban su libertad.

Testimonios de la época afirman sin embargo que los preferidos de los patrones estaban dirigidas a indios y negros, muchos de ellos que habían quedado después del intento de la invasión “brasilera” y los indios provenientes de tribus amigas comandadas por el cacique Lucanei, asentados en las cercanías.

Respecto del gauchaje, que según también opinión de los historiadores, no eran muy afectos a conchabarse, debido a su destreza para la cacería y acostumbrado a vivir en extrema austeridad que solo necesitaban disponer de un  caballo, un buen apero, pava, olla y unos pesos para los vicios como yerba, aguardiente, tabaco y papel.

Entre las diversiones figuraba el arrimarse a una pulpería para participar de algún juego de naipes o taba, en tanto que cuando mencionan su capacidad para cazar en la llanura y los montes, destacan la presencia de guanacos, avestruces, mulitas, martinetas, maras y una importante variedad aves que habitaban la laguna El Juncal, entre ellas, patos, palomas, flamencos, gallinetas y también  nutrias.

Tras una etapa de alrededor de treinta años recién comenzó a advertirse mayor seguridad en Patagones. Ello tras la firma de un acuerdo, tratado o pacto, entre el gobernador Rafael Obligado  y el cacique Yanquetruz, lo que permitió transitar un camino de paz y progreso.

Claro que ese acuerdo soportó, primero, varios malones lanzados por Yanquetruz, con los que demostró su poderío y de tal forma forzó a las autoridades a reconocer  que  no podrían imponer entonces ciertas condiciones a un cacique ya sometido.

Para ese entonces, por otra parte, Yanquetruz estaba al tanto también que el avance blanco era irreversible y prefirió replegarse hacia el Sur, mas con el conocimiento de nuevas instalaciones en Guardia Mitre y el Fortín Conesa, que acompañaban el avance del General Roca en su Campaña  del Desierto.

Se cierra entonces una etapa de alrededor de treinta años dando paso a un camino de paz y progreso, especialmente porque sus habitantes se iban integrando a las tareas rurales, posibilitando asimismo la apertura de negocios, como la floreciente actividad, entre otras, de los saladeros.

Al mismo tiempo, como eran épocas de aprendizaje y experimentar nuevas experiencias, cobro gran impulso la explotación del ganado lanar que en poco tiempo se convirtió en dominante a raíz del precio internacional de la lana.  Esto lo confirman estadísticas que señalaban cerca de 8.000 vacunos en 1854 y llegaban a 8.000 en 1870, en cambio los lanares, en esos mismos años pasaron de 3.500 a más de 100.000 y pocos años después ya sumaban casi 140.000.

Se afianzaba entonces una época promisoria para toda la región, que tuvo que atravesar difíciles períodos no exentos de incertidumbres, peligros e inseguridades.

Texto. Eduardo Reyes, periodista y escritor de Viedma

diciembre 2021

 

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