Una tarde en El Jagüel de Las Grutas. Un lugar maravilloso para visitar

Hemos visitado el emprendimiento familiar “El Jagüel” de los amigos Anahí Valverde, Horacio García y sus hijas. Es un verdadero paraíso ubicado entre Las Grutas y San Antonio Oeste.

La cercanía del mar trae una cierta bonanza y al descender hacia la playa la gran primera sorpresa consiste en admirar dos jagüeles antiguos que son justamente los que dan nombre al emprendimiento. Uno es de agua salobre de 11 metros y de 16 metros el de agua dulce. Uno mira en su interior y se transporta a otros tiempos cuando el agua era una necesidad vital en todo el golfo, ya sea para consumo humano o para la cría de ganado.

Ya en la costa del mar detrás de los médanos vimos una gran cantidad de cormoranes y de flamencos, entre otras aves, porque justamente el lugar es un avistadero de las mismas.

Luego, comenzamos a recorrer todo el predio y a cada paso una sorpresa: Para mí –amante de las antigüedades- lo más llamativo fue un viejo reloj de sol. Unas lechucitas nos miraban fijamente dándonos la bienvenida. Y unas aves de metal parecían levantar vuelo en bandada.

En una edificación anexa, Anahí nos llevó a ver el museo –impecable- y como la guía experimentada que es, nos relató la historia de cada pieza, todas encontradas en el lugar. Unas vejas chapas con una cruz esvástica, utensilios varios con valor histórico, piezas líticas de cuando los tehuelches –pueblo cazador y recolector- se asentaban en el lugar. Y en una habitación original la pieza del antiguo dueño del predio con sus utensilios varios, testimonio de la vida rural de aquellos tiempos.

Especialmente preparada había una ruca, para que visitante tenga una idea de cómo vivían los habitantes de los pueblos preexistentes, donde ellos fueron señores y totales dueños.

Antes de pasar al parador, con una edificación totalmente identificada con el ambiente, nos tomamos unas fotografías para dejar testimonio de nuestro paso por el lugar.

Para cerrar nuestra visita pasamos a la sala de proyección donde pudimos apreciar junto a otros visitantes dos documentales: uno relativo a las aves viajeras y el otro institucional del emprendimiento, ambos realizados por Guillermo Serra y Salvador Luis Cambarieri de Cinematografía Patagónica.

Ya en el comedor me puse a mirar la pequeña biblioteca temática y la ornamentación del mismo donde –me cuenta Anahí- la vieja y hermosa salamandra es la reina del salón.

Pero como no solo de naturaleza vive el hombre degustamos una apetitosa merienda.

El Jagüel es un lugar para visitar y pasar buenos momentos de solaz en contacto directo con el paisaje donde la estepa patagónica y las olas del mar llenan el alma de magia. El esfuerzo de sus dueños ha valido la pena y nosotros agradecidos.

Nos retiramos y yo recordada estos versos glosados al viejo y sufrido oficio campero de hacedor de jagüeles: “En la oscuridad del pozo/ la brasita del cigarro/ como pidiendo permiso/ sus penas le va contando.  Otro metro más y van… / hay que seguir trabajando/ ojalá que no haya piedras/ hasta que haya terminado. Para el viejo jaguelero/ que mira el mundo de abajo/ como le sobra coraje/ no ha de sentir el cansancio”.

 

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

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