Una vieja bodega abandonada en Río Colorado. “Un lugar que me impactó”

Lugares como estos te sorprenden, sabía que a pocos kilómetros de la ciudad de Río Colorado se encuentra una vieja bodega abandonada, en el medio de las chacras. Se llama El Viñedo y por el nombre no dice nada, pero había visto unas imágenes en Google que llamaron mí atención; averiguando como llegar, di con este lugar que me impactó.

Tomando la ruta nacional 22 y después de pasar todas las estaciones de servicio, sale un camino de ripio, antes de las vías, hay que recorrer 15 km y también preguntar a lugareños por la ubicación.

Hay una casa abandonada en la entrada que dice propiedad privada, una tranquera con candado. La curiosidad y ganas de conocer eran más fuerte, pasé la tranquera y comencé a recorrer un camino muy lindo, rodeado de eucaliptus, pinos, álamos y mucha vegetación autóctona, acompañando el camino un canal de riego que favorece aún más a la frondosa vegetación, intensificando más los verdes y plateados de unos álamos.

Voy pasando algunas casas abandonadas y el camino se hace más agradable y largo, justo antes de llegar, unos viejos galpones casi destruidos, unos perros y campesinos me reciben.

Pienso que no se podrá pasar y deberé volverme con las ganas de conocerlo. Pero no, les expliqué mis motivos y me dejaron pasar.

“El Viñedo”

El establecimiento “El Viñedo” hunde sus raíces a principios de siglo XX, cuando bajo la propiedad de la familia Duhau, de indiscutible raigambre aristocrática, comienzan a realizarse las primeras plantaciones de viñas francesas.

A fines de la década del 20, se terminan de construir el chalet de estilo francés, la capilla, las bodegas, fábrica de envasados y aserraderos, todas instalaciones que van a comenzar a marcar el ritmo de producción de este incipiente poblado.

Por años, muchas familias sobre todo de inmigrantes llegados a estas tierras, optan por radicarse en el Viñedo, dando vida al lugar y a una de las historias más significativas de la región.

La propiedad a fines de la década del 30 pasa a manos de otra de las familias aristocráticas de la Argentina, los Nazar Anchorena, quienes continúan con el desarrollo productivo y económico del lugar.

Para principios de los 80, y de acuerdo a los vaivenes de la economía mundial y nacional, el lugar va decayendo en cuanto su producción, provocando el éxodo de las últimas familias allí afincadas, pasando a ser propiedad del actual dueño, Héctor Laurence.

Mucha tristeza al ver el estado de abandono del chalet, de las casas, salvo la Capilla, todo a orillas del río Colorado, un enorme corredor de eucaliptus conducen los antiguos parques de la casona con el rio.

Muchos pensamientos cruzan por mí cabeza. Pensar que aún podría estar produciendo vinos y conservas, muchas de estas historias se repiten muy a menudo en todo el país.

 

Texto y fotos: Hugo Kroneberger

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