Un rionegrino por adopción tiene a cargo el mantenimiento de los jardines del Vaticano

Rafael Tornini nació en Buenos Aires, pero creció en General Roca. Dejó atrás la Patagonia para hacer una experiencia en Roma y no volvió más. Después de muchos trabajos como maestro mayor de obras, lo convocaron para estar a cargo de los jardines del Vaticano, donde lleva adelante una reforma ecológica modelo.

Son días agitados en el Vaticano, con la misa de Navidad, uno de los dos eventos más importantes del año. Al menos en lo que hace a la tarea de Rafael Tornini, director de jardines desde hace cuatro años, un porteño devenido patagónico. Es que si bien nació en Lomas de Zamora, creció en Roca desde los 10 años y ahí vivió hasta que a los veintipico decidió irse a vivir una experiencia a Roma. Y no volvió.

Al otro lado de la línea se escuchan bocinazos y tránsito: son las 17 en Roma, hora pico, y Rafael vuelve a su casa. Habla con modismos argentinos pero el acento italiano se le cuela, en especial en la cadencia de las frases y un poco también en la pronunciación. “Es que acá no tengo con quien hablar en castellano. Solo lo hablo con mi mamá, que está allá, por teléfono”, dice. Su esposa es italiana y sus dos hijos también. Y él lleva más de 30 años allá.

En Roca, Rafael se recibió de maestro mayor de obras y con ese título se fue a Roma a principios de los 90. Ni siquiera pensaba que lo iba a usar, porque en realidad él era profesor de tenis y se fue porque un amigo estaba allá con un emprendimiento deportivo y necesitaba profes. Pero lo del tenis no continuó.

Tuvo distintos trabajos y ya en 2006 empezó a trabajar como director de obra para tiendas de lujo: Dolce & Gabanna, Louis Vuitton. Después se fue a Milán a hacer la boutique de Cartier. Luego hizo un hotel de lujo de la familia Ferragamo. Entre esos trabajos, tuvo otros con quienes hacían obras con congregaciones religiosas y desde allí llegó un llamado en 2015: el Vaticano estaba en pleno proceso de reformas con la llegada del papa Francisco y lo convocaron a ser parte del -gran- equipo que iba a ocuparse de la tarea.

Empezó trabajando en el control de las obras, en lo que se llama las “zonas extraterritoriales” del Vaticano, lo que está fuera de las 44 hectáreas de las murallas del Estado. Por ejemplo, las basílicas papales como San Pablo o Santa María Mayor, entre otras. Durante dos años hizo ese trabajo y entonces le propusieron trabajar en los jardines: la tarea era el mantenimiento de los parques además de estar a cargo del área de ambiente, que incluía la limpieza del Vaticano. Pero con un detalle: en mayo de 2015 el Papa presentó la Encíclica Laudatio Sí sobre el cuidado de la casa común, con foco en la ecología: “Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”, decía el texto con el que sorprendió al mundo y se ganó la fama de ser un papa de avanzada, a tono con las demandas más terrenales del mundo y en especial de los jóvenes.

“Acá es muy estimado y todo su carisma y su impronta han hecho que se lo quiera. Tiene mucha cercanía con la gente”, dice el argentino, uno de los pocos además del Papa que trabajan en la santa sede de la Iglesia católica.

Así que cuando lo convocaron a Rafael, que hasta entonces no se había ocupado en realidad de parques ni jardinería, el desafío ecológico fue su prioridad. “La tarea era seguir haciendo todas las mismas tareas que se venían haciendo pero con los preceptos de las propuestas del Papa: es decir, buscar las maneras de cuidar el medioambiente”, dice. Y enumera los principales cambios: eliminaron los pesticidas de origen químico y los reemplazaron por otros de origen natural o que no dañan el ambiente. Hoy, el 100% de los productos que se utilizan no son químicos.

“Los primeros dos años trabajamos en silencio porque teníamos que experimentar, probar, encontrar un modelo de funcionamiento. Y después lo dimos a conocer y ahora empieza a haber gente de distintos lugares interesada”.

Es un trabajo continuo, porque aparecen insectos nuevos, entonces es todo el tiempo encontrar nuevas soluciones. Por ejemplo: Roma tiene un pino muy típico que se llama pino romano, y hace dos años apareció un insecto particular que si no se trata lleva a la muerte de la planta y eso está alterando el paisaje de la ciudad. Entonces empezamos una investigación y búsqueda para resolverlo y poder conservar nuestros árboles”, cuenta.

Eso no lo hace solo: trabaja con un ingeniero agrónomo, un equipo de cuatro personas especializadas y con laboratorios. Pero además, hay 32 personas que trabajan en jardinería. Luego, todo el equipo de limpieza del Vaticano se ocupa del reciclado de la basura: “Cuando llegamos teníamos un porcentaje de diferenciación de la basura urbana del 42 por ciento y ahora estamos en un 58 por ciento. Es uno de los más altos niveles de diferenciación de basura urbana en Italia y también en Europa”.

No solo en el sector de jardinería, todo el Vaticano está trabajando en la “onda green”, dice Rafael: “Hay muchas iniciativas trabajando en esa línea: hay muchos autos eléctricos, se trabaja con energía solar, se cuida el uso de recursos no renovables. Redujimos el 60 por ciento el consumo del agua al implementar un nuevo sistema de riego. También plantamos más de 250 árboles nuevos en las 22 hectáreas de jardines”.

El trabajo tiene sus altos y bajos. No tanto por problemas, porque todo funciona, pero sí por picos que se dan en momentos determinados del año: Pascuas y Navidad. Así que en estos días, no solo tiene que cortar el pasto, cuidar las plantas y armar los buquet de flores frescas que se renuevan cada semana en todas las oficinas, sino que además está en uno de esos momentos especiales. “Porque tenemos que preparar toda la decoración de las misas y ceremonias de esos eventos. Ahora estamos obviamente con la Navidad: todas las flores que se pudieron ver en la misa navideña las preparamos nosotros”.

Una parte grande del trabajo son los árboles navideños: los donan de diferentes pueblos, ellos les dan las necesidades y luego van y los eligen. El resto de la decoración navideña se hizo con rosas rojas, abeto, muérdago y estrella federal: todo es de a decenas y centenares.

Aunque es argentino, no es que por eso Rafael vea o charle con el Papa. Apenas en este tiempo lo vio tres o cuatro veces y siempre en el marco de ceremonias oficiales, dentro del protocolo: “No es que hay oportunidades informales de hablar con él o que me puede comentar algo sobre mi trabajo. No dice nada. Pero porque hay otras personas que son las que te hacen saber que el trabajo está bien hecho”.

Por Paula Bistagnino – Especial para La Mañana de Cipolletti

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