El tehuelche bueno y noble. ¿Alguien tomó mate con la yerba Patoruzú?

El indio bueno y noble –según lo describió su creador Dante Quinterno- ha cumplido años y aún goza de buena salud.

Sentimos por estos personajes de historieta una gran nostalgia porque marcaron de alguna forma nuestra infancia.

Se sabe que “Patoruzú tenía un gran corazón, fortaleza, amor por la naturaleza, habilidad para el deporte, tesón, rudo dialecto aborigen y un primer nombre, Curuguá Curiguaguiguá, tan difícil de recordar que el dueño del diario Crítica, donde se publicaba la tira, le pidió a Quinterno, su creador, rebautizarlo. El último de una larga cadena indios tehuelches, Patoruzú se convirtió en el primer héroe nacional a gran escala y la primera tira sudamericana en llegar a un diario de los Estados Unidos”.

Entre los geniales personajes secundarios podemos citar a su hermana la enamoradiza Patora, y su hermano menor Upa, de doscientos kilos y fuertes panzazos, ingenuo y siempre dispuesto a ser engañado; Ñancul, capataz de la chacra; la Chacha, su mamá adoptiva famosa por su pipa y sus empanadas; Pampero, su fiel caballo; Chiquizuel malvado e intrigante con el inefable Chupamiel; el Comisario siempre luchando contra los malvados; el linaje de los Patoruzek. Por supuesto que en las dos versiones de pequeños y adultos, por eso Patoruzito, Isidorito, Pamperito y luego Patoruzú, Isidoro Cañones, Pampero.

En la zaga del perfecto chanta porteño Isidoro sobresalieron su tío el pundoroso coronel Cañones, su novia y compañera de fechorías Cachorra, el coronel Bazuka, el sastre ruso siempre estafado; el servicial valet de los cañones, Manuel, gallego, bonachón y encubridor; el tío Ignacio, despilfarrador y juerguista como el rey de los playboys.

Era Isidoro el reflejo de todo aquello que podía esperarse de un dandy de la época inspirado tal vez en Macoco de Álzaga Unzué: derroche en el casino, carreras de caballos, whisky importado, automóviles de lujo (ahora de alta gama) y otras yerbas.

Según un comentario, “Dante Quinterno no era ningún improvisado: había aprendido del negocio de la mano de los hermanos Fleischer, los dibujantes de Betty Boop y cosechó la admiración de Walt Disney. En el pico de su carrera, creó su propia editorial, con 100 guionistas e ilustradores a su cargo. Los empleados lo recuerdan generoso con los salarios y los elogios, exigente con el trabajo y obsesivo hasta la última boleadora”.

Patoruzú e Isidoro juntos eran dinamita y más desparejos que don Quijote y Sancho Panza, tal vez el último quijote y el último dandy: hoy ya son parte de nuestros recuerdos y porque no de nuestra cultura criolla.

Para los refutadores de leyendas -que los hay- dejo las interpretaciones sociales y políticas de los personajes. Yo me quedo con esas revistas que alegraron las horas de mi infancia y me hicieron reír y esperarlas con devoción cada quincena.

Jorge Castañeda

Escritor Valcheta

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