Alumna de 10 años, de Choele Choel, quiere ser granadero. Lo pidió en acto por el 17 de agosto

“Me preguntaron qué rol quería ocupar en el acto y yo elegí ser granadera”, asegura Milagros Hollmann Paez (10), alumna de cuarto grado de la Escuela Inayen, de Choele Choel, Río Negro. “Más allá del género, creo en la igualdad de condiciones. Las mujeres podemos ser granaderos. Eso me pone muy feliz. El género es una cuestión más de los grandes que de los chicos”, agrega con vehemencia.

Algo parecido siente Trinidad Dutto Villafañe (10), que va a quinto y asegura: “Me gustan los granaderos porque son personajes importantes y tienen una participación larga en el acto”.

Las dos acaban de bailar una coreografía que recrea la Batalla de San Lorenzo. Son las doce del mediodía del viernes 16 de agosto y en buena parte de las escuelas de país se conmemora el fallecimiento de José de San Martín, que ocurrió el 17 de agosto de 1850. En la mayoría, los nenes interpretan a los granaderos y las nenas, a las paisanas. Aquí no.

“Educar es potenciar a los niños de manera emocional, psicológica, física y social, además de la intelectual. Creemos en la importancia de la capacitación y también en la apertura y la innovación”, asegura en diálogo con Infobae María Laura Almada, directora de la Escuela Inayén, un término que curiosamente en mapuche significa “acompañar”. Y agrega: “Las niñas y los niños aquí pueden elegir qué hacer en un acto escolar porque escuchamos sus voces, los respetamos, los alentamos a ser protagonistas y a animarse a superar retos”.

En Choele Choel, ciudad de 12.000 habitantes enclavada en el Valle Medio de Río Negro, al Norte de la Patagonia, los alumnos que miran el acto se mueven al compás de la histórica marcha de San Lorenzo. Cuando termina, los adultos aplauden con el pecho inflado. Adriana Cardellino, representante legal de la institución, apunta: “Nosotros vivimos con total naturalidad el hábito de preguntarle a los chicos qué quieren hacer en el acto, más allá de si son mujeres o varones. Aquí no hay roles preestablecidos, ni espacios fijos”.

Una vez que se entonó el Himno Nacional y se retiró la bandera de ceremonias, Jimena Páez, la mamá de Milagros, una de las pequeñas granaderas que participó del acto, reflexiona: “Para nosotros es natural que nuestra hija elija qué quiere hacer. Tiene que ver con la igualdad de género. Que sea un personaje habitualmente encarnado por un varón, no significa que ella no lo pueda hacer”.

Guillermina Villafañe, la madre de Trinidad, asegura: “Siempre la apoyo. Intento que tenga libertad para elegir y una mirada sin prejuicios sobre las personas”

Mientras el salón de usos múltiples de la escuela es un hervidero de chicos que se abrazan con sus familiares, Guillermina Villafañe, la madre de Trinidad, coincide: “Siempre la apoyo. Intento que tenga libertad para elegir y una mirada sin prejuicios sobre las personas.Tanto para ella, como para mí este acto es uno más de los tantos que ha participado”.

La directora del colegio reflexiona: “Un acto escolar es compartir lo que hemos enseñado y aprendido en el aula. La diversidad de funciones favorece la integración. Algunos diseñan las tarjetas, otros elaboran diarios, son locutores, actores y actrices, bailarines, guionistas, escenógrafos y músicos. Más allá de si son mujeres o varones”.

“Un acto escolar es compartir lo que hemos enseñado y aprendido en el aula. La diversidad de funciones favorece la integración”, asegura la directora del colegio

“De lo que mis granaderos son capaces, solo lo sé yo. Quien los iguale habrá, quien los exceda no”, aseguró alguna vez  San Martín y la frase fue inscripta en el busto central de la Plaza de Armas del Regimiento de Granaderos a Caballo en Luis María Campos al 500, en el barrio porteño de Belgrano.

El escuadrón creado por el Libertador en 1812 cuenta con 207 años de historia y una trayectoria intachable. ¿Cómo no querer ser granadero en un acto escolar si fueron partícipes fundamentales de la lucha por la independencia? Se lucieron en el memorable combate de San Lorenzo de 1813, pero además son escolta presidencial desde 1907, por decreto de José Figueroa Alcorta.

Su uniforme constaba –y consta– de botas negras hasta la rodilla, espuelas, breech y chaqueta azul noche con pechera y botones, cuello y charreteras rojas y rígidas, morrión con penacho y cordones, además del mítico sable corvo enfundado. ¿El detalle? Las mujeres usan el mismo uniforme, pero con falda tubo hasta la rodilla.

“Tenemos granaderas desde 1995. En la actualidad son 45 mujeres integrando el Regimiento, que tiene un total de alrededor de 1000 granaderos”, asegura el coronel José María Protti, jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo. “Las mujeres pueden acceder a todos los cargos. Algunas montan a caballo, mientras que la mayoría están abocadas al ceremonial. Porque los granaderos tenemos tres roles fundamentales: la seguridad presidencial dentro de la Casa de Gobierno y la Quinta de Olivos, el ceremonial y la difusión del legado sanmartiniano“, asegura mientras apunta que aquellos que están dedicados a la defensa del presidente se encuentran vestidos de verde, no son reconocibles y tienen un adiestramiento especial.

“Los granaderos participan de eventos televisados, como la recepción de los Jefes de Estado más importantes del mundo, hasta de un acto en una escuela de montaña en la Puna jujeña”, detalla Protti.

Con convicción y orgullo por el Regimiento de más de dos siglos que hoy comanda, asegura: “La identidad del granadero está sobre cualquier categoría de género, localidad o cargo. Ser granadero tiene todo un sentido de pertenencia en sí mismo y sobre los demás. Son los valores de siempre, con los conocimientos y las prácticas de nuestro siglo. Es el honor y el coraje al servicio de la Patria y sobre todo interés personal”. Y además reflexiona: “Es lógico que los chicos y las chicas quieran representar a los granaderos en los actos si somos el Regimiento que logró la mayor gloria de América Latina. La identidad de granadero está por sobre todo; que sean hombres o mujeres es un detalle“.

Por Ana van Gelderen (INFOBAE), Buenos Aires, 17 de agosto 2019

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