Carmelo Ursino remó 10 horas en el mar para salvar su vida, en medio de una tormenta

El hecho ocurrió el 24 de julio de 1944, cuando, algunas millas náuticas más arriba de Bahía San Blas, cerca de Carmen y de Viedma, en plena navegación hacia Buenos Aires, el lanchón Tehuelche enfrentó una fuerte tormenta y estuvo a punto de zozobrar. Sus tripulantes se arrojaron a las aguas en un bote, que se dio vuelta. Hubo cinco muertos y cuatro sobrevivientes. Uno de ellos fue Carmelo Ursino, un pescador italiano, que remó 10 horas para llegar a una isla y salvar su vida.

En una nota anterior de este medio, contaron la historia del lanchón Tehuelche, que fue propiedad de los hermanos Francisco y Valerio Jalabert, como parte de un frustrado intento empresario para la navegación comercial del río Negro entre Patagones y el Alto Valle.

La nave, reflotada en diciembre de 1937, remontó el curso fluvial unas cuantas veces hasta mediados de 1944. Para entonces la sociedad comercial estaba en bancarrota y Francisco Jalabert pudo vender la embarcación a una empresa naval del río Paraná. El 22 de julio de 1944 el Tehuelche abandonó para siempre el muelle de Patagones, superó la desembocadura y se internó en el estuario, con proa a Buenos Aires. El viaje tendría alternativas trágicas e impensadas.

Una exacta crónica

En las páginas del periódico “La Nueva Era” en su edición del cinco de agosto de 1944, encontramos una exacta crónica, que permite la reconstrucción del hecho.

La nota se titula “Llegó el lunes a Patagones uno de los sobrevivientes del lanchón Tehuelche” y además de brindar un completo relato del accidente naval ocurrido el día 24 de julio de 1944, describe la odisea vivida por Carmelo Ursino, vecino de Patagones, marinero del barco, que logró salvar su vida después de luchar varias horas contra las olas.

Señala el artículo que “perdura aún en el ambiente la dolorosa sorpresa provocada por el episodio del lanchón Tehuelche que sufriera un grave accidente dos días después de haber zarpado de Patagones rumbo a Buenos Aires”.

“Puede decirse que Patagones ha vivido desde entonces horas de profunda emoción”, añade la crónica. “Y se justificaba ese sentimiento dado que dos de los tripulantes de la frágil embarcación -Carmelo Ursino y Francisco Melluso- eran, y el primero de ellos sigue siéndolo, laboriosos vecinos de este pueblo”.

“Por otra parte otros tripulantes eran viejos conocidos como el propio capitán del Tehuelche, don Juan Pablo Ferrari, que visitara Patagones en diversas oportunidades como capitán del vapor Sarandi”, sigue diciendo el anónimo colega.

En relación al capitán de la nave hundida, puntualiza que “era un viejo y valiente marino, contaba con 23 años de servicio y 48 de edad, era casado y se domiciliaba en Buenos Aires. No se concibe por tanto el grave error que se le atribuye al hacer abandonar, en forma precipitada, al lanchón. Quizá ha habido en este triste episodio mucho de fatalidad, pues de no haber mediado el inesperado vuelco del bote en el que se habían embarcado siete de los nueve tripulantes con toda seguridad que todo se habría reducido a una situación no exenta de emoción y peligro”.

“Fue precisamente el cadáver del malogrado Ferrari el primero en ser rescatado, en el costado sudeste de la isla Ariadna en donde fuera localizado. Más tarde fue rescatado el cadáver de Emilio Rodríguez, otro buen muchacho que durante su estada en Patagones habíase granjeado grandes simpatías. Era de General Roca, donde ingresó al Tehuelche cuando pertenecía al señor Francisco Jalabert.”

Añade que “hasta el momento de escribir estas líneas faltaba por establecer el paradero de tres de los tripulantes del Tehuelche, el segundo maquinista Ernesto Berardo; el contramaestre Máximo Mariño y el tripulante Francisco Melluso (…) y como lo anunciáramos en nuestra edición anterior fueron salvados el primer maquinista Vito Reggiani, y los marineros Carmelo Ursino, Nazario Trillo y Luciano Alonso”.

Relata el periódico “La Nueva Era” la secuencia cronológica del naufragio, según el relato de Carmelo Ursino, el marinero italiano afincado en Patagones que pudo salvar su vida. “El Tehuelche después de haber cruzado la barra navegó en condiciones adversas con viento norte y fuerte oleaje. Así navegó toda la noche y el lanchón empezó a hacer aguas. Ya para muchos tripulantes esto era de mal presagio. Y así se lo comunicaban unos a otros ocasionando un verdadero malestar entre la tripulación”.

El timón de la embarcación se rompió a unas 30 millas de Punta Rasa y se colocó el timón de repuesto, decidiendo el capitán continuar el viaje hacia Bahía Blanca. Pero “poco antes de las cinco de la madrugada del lunes 24 se rompió el timón de repuesto quedando el lanchón sin gobierno. Se tomó entonces la decisión de abandonar la nave y así lo hicieron: en una lancha el capitán Ferrari y seis tripulantes; en un bote chinchorro Ursino y el marinero Luciano Alonso. Una ola muy fuerte golpeó a la lancha contra el Tehuelche y la dio vuelta arrojando a las aguas a los siete hombres que la ocupaban.

Dos de ellos, el maquinista Vito Reggiani y el marinero Nazario Trillo pudieron aferrarse a la borda del lanchón y salvaron sus vidas. En medio de la marejada Ursino regresó hasta el Tehuelche porque Alonso prefería quedarse a bordo del barco, antes que arriesgarse a llegar a la orilla en el frágil bote.

La impecable crónica de “La Nueva Era” relata entonces que “una vez solo Ursino se decidió a luchar contra las olas. Fue una lucha dura, emocionante. Por momentos el fuerte oleaje llenaba de agua la frágil embarcación, pero Ursino aferrado a la vida, pensando siempre en su mujer y sus hijos, no desmayaba y con un balde desagotaba el chinchorro. Y así, durante diez horas largas hasta que al fin llegó al faro”.

“Antes de descender de la embarcación Ursino la besó y después besó la tierra. Se había salvado. En el faro Ursino fue debidamente atendido y al siguiente día, en un avión de la Armada, trasladado a la Base Puerto Belgrano”, añade.

De tal palo y en la misma red

Más de seis décadas después un cronista pudo conversar con uno de los cuatro hijos del sobreviviente, Roque Ursino, con juveniles 76 años y una envidiable memoria.

“Claro que me acuerdo de todo, de la angustia cuando nos enteramos de la tormenta, de la tristeza por la falta de noticias y la inmensa alegría de saber -por medio de la Marina- que se había salvado; la bienvenida que le dio la gente, en la plaza, fue impresionante, imagínese” relató para Noticias.

Roque Ursino también nos contó: “Papá tenía 41 años cuando ocurrió aquel accidente, la pasó muy mal y perdió a un gran amigo y paisano suyo, Francisco Melluso. (que dejó solas a su viuda Antonina y su pequeña hija Francisca, más tarde radicadas en Necochea). Pero se pudo reponer, no le perdió amor al mar y siguió pescando toda su vida; en 1948 pudo salvarse de la tormenta que hizo naufragar a varias lanchas cazoneras porque estaba mar adentro, finalmente murió a los 76 años, en 1979”.

Este hombre menudo, amable y bien dispuesto para la charla siguió los pasos de su padre y fue también un activo pescador, experto en el arte de tejer las redes para los trasmallos.

Porque siempre quiso estar cerca de los barcos logró ingresar a los Astilleros Río Santiago, en Ensenada, en los alrededores de La Plata y allí trabajó más de 20 años, como bombero de seguridad en las operaciones de soldadura. Hoy, con un cuchillo de cocina como única herramienta, Roque Ursino construye magníficas réplicas de lanchas cazoneras. (Será motivo de una próxima nota de este ciclo de “Perfiles y Postales”).

Regreso con gloria

Volvemos a la crónica de “La Nueva Era” en 1944. “En el micro ómnibus que llegó a Patagones el lunes de la corriente semana regresó el primero de los náufragos del Tehuelche, rescatados después del lamentable accidente. Se trataba de Carmelo Ursino, que vivió horas trágicas después del abandono del lanchón”, comienza esa parte del artículo.

“Un público numeroso tributó una cariñosa recepción al náufrago que visiblemente emocionado se retiró de inmediato a su domicilio en la calle Roca, en compañía de diversos familiares y un núcleo de amigos. Allí lo esperaban su esposa, doña Angela Campisi y sus hijitos Roque, de 14 años; Angela, de 13; Concepción, de 5 y José de 2; y otros amigos intimos.

Fácil es imaginarse las escenas de emoción que siguieron al regreso del náufrago y que se repitieron a medida que sus antiguos compañeros de trabajo o amigos pasaron a saludarlo y felicitarle en los días subsiguientes”, añade después.

También se informa sobre algunos aspectos de la vida de Ursino: que era oriundo de San Fernando (en la región de la Regio Calabria) y había llegado a Carmen de Patagones con apenas 20 años de edad, para dedicarse de lleno a la actividad pesquera.

Su hijo Roque nos contó: “Papá se embarcó en aquel viaje, que no era de pesca, seguramente tentado por la paga, y uno de los factores que posibilitó su salvación fue la capacitación en salvamento que había recibido durante la Primera Guerra Mundial. Después, cuando los marinos lo rescataron de la isla, él quería volverse enseguida para Patagones, pero lo tenían que llevar en avión a Bahía Blanca para que prestara declaración”.

“Nos decía, después, que en aquel momento -prácticamente desnudo, cansado y hambriento- pensó: me salvé del naufragio, pero capaz que se cae el avión” acotó, con sencillo buen humor.

Carlos Espinosa, periodista de Carmen de Patagones y Viedma, difundido en APP y Fundación Nuestro Mar

Foto 1. Carmelo Ursino, protagonista de la odisaa.

Foto 2: Roque Ursino, uno de los hijos del valiente náufrago

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