La extraña premonición que le tocó vivir al reconocido escritor Ernesto Sábato

¿Pueden los artistas predecir el futuro? El ojo trágico del pintor canario Oscar Domínguez.

El escritor argentino Ernesto Sábato supo contar que “en medio de la espantosa inestabilidad de esa época conocí a un personaje extraño, el gran pintor español, en realidad canario, Oscar Domínguez. En los frecuentes encuentros en su taller, me insistía para que abandonase las pavadas del Laboratorio y me dedicase por completo a la pintura. Pasábamos largas horas literalmente delirando, entre el olor a la trementina y la botella de cognac o de vino que no cesaba de correr por nuestras manos”.

Sobre este amigo de Sábato de nuestro escritor (lo incorpora como personaje de uno de sus libros) se sabe que “en la década del 30, durante el furor surrealista, esta escuela artística atravesó por varias etapas de transición. Entre los más representantes de tales cambios figuraba Oscar Domínguez, artista originario de Tenerife, ciudad donde en 1933 llevó a cabo una exposición de sus trabajos”.

“Domínguez tenía como amigo y colega al genial pintor Víctor Brauner. Este rumano estaba obsesionado por la pérdida de uno de sus ojos y la obsesión se convirtió lentamente en manía. En 1931 pintó su autorretrato con el ojo derecho destrozado y cubierto de sangre. Al año siguiente creó una fantástica composición titulada “Paisaje del Mediterráneo”, donde, en un trasfondo surrealista cargado de figuras esotérico simbólicas, aparece el mismo en primer plano y un  punzón cuyo mando lleva ostensiblemente la letra D que le atraviesa el ojo derecho.

En 1937 compone “El último viaje”, exótico cuadro con reminiscencias extraterrestres, en el que aparecen tres seres dentro de un paisaje onírico y de angustiante desolación. Una de las formas antropomórficas se halla sentada en franca actitud de desesperación sobre un ojo gigantesco. Otro monstruo, un ojo andante, avanza por un camino y una tercera criatura de otro mundo dotada de dos cuernos sostiene un ojo humano”.

“En la velada del 27 de agosto de 1938, durante una reunión de bohemios, se produce un incidente entre la concurrencia medio ebria. La riña se generaliza y Brauner interviene para apaciguar los ánimos justamente en el momento en que Domínguez, más temperamental que el resto, arroja hacia el grupo de exaltados una botella que da de pleno en el rostro del rumano provocándole el estallido del globo ocular izquierdo”.

“La premonición acaba de cumplirse. Para el tuerto genial ya no hay dudas. El Arte le ha revelado de una manera cruel y bien tangible la existencia de un mundo paralelo pero real como su amarga mutilación”.

Una de las tantas notas escritas sobre extraño caso se pregunta: ¿Cómo explicar el extraño destino de estos dos hombres? ¿Gracias a las circunstancias, de una época y su fenomenología social? ¿Gracias a las oportunidades y su juego caprichoso; a a la casualidad? ¿O tal vez a algo más que, como el vidrio de la ventana a través del cual observamos el paisaje, está frente a nosotros y no lo vemos por su obvia y cotidiana transparencia?”.

¿Podemos entonces habla de causalidades y de casualidades?

Hechos misteriosos, puertas a la cuarta dimensión, combustiones espontáneas, realidad no-ordinaria, evisceración de ganado, abducciones inexplicables, mientras nosotros, los hombres, viajamos del mito a la realidad y viceversa.

Jorge Castañeda

Valcheta

Río Negro

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