Yo tengo un amigo (elegía). Al escribano Rubén Baqueiro in memoria

 

Yo tengo un amigo

Que se viste de frac a cada instante

Y que le galopan milagros

Corriendo desbocados por su sangre.

Que viaja por la distancia

Cuando se duerme la magia

De los ocasos granates

Y que transmuta en oro

La tersura ponderable

De todos los metales.

Que descubre alondras

Cuando el tiempo descuelga sus celajes

Y que anda con sus ternuras

Cuando se agosta en el camino su paisaje.

 

Yo tengo un amigo

De moral propia y conducta inapelable

Que aventa el humo

Con el arabesco gris de sus ademanes.

Que acuna tangos como niños dormidos

Para convocar sigiloso sus sueños de arcángel.

Que camina la historia

Asombrado y curioso con sus propios avatares

Para quitar con la anécdota

Las támaras viejas de todos los pesares.

 

Yo tengo un amigo

Que más que la verdad proclama sus verdades

Señor de muchas mareas

Con la brújula al norte de todas las amistades,

Que cultiva los afectos

Como el pájaro abreva en los estanques

Y enciende una candela

Con la que uno por uno enciende los fanales.

Que no solo sabe catar

El mosto que fermenta en los lagares

Sino el acíbar y el néctar

Que colman la copa de sabores dispares.

 

Yo tengo un amigo

Que es un trébol de cuatro bondades,

Un Diógenes con su lámpara

Buscando afanoso las recónditas claves.

Un hincha del rojo

Que presenta sus cartas credenciales

Para despuntar la pasión

Que se hace grito y papel en las populares.

Un seguro servidor

Aunque a veces la distancia nos separe,

Un quijote deslumbrado

Entre faenas terrestres y oficios notariales.

 

Yo tengo un amigo

Como se debe tener a mano la tarde,

De esos que valen la pena

En tiempos de bonanza o hasta que la tormenta amaine.

Yo tengo un amigo

Madera de guitarra y rumor de panales

Que va por las sementeras

Con paso firme de buen caminante.

Yo tengo un amigo

Que es como el pan que se reparte

Y que suele trocar

En redonda y nueva la luna menguante.

 

Yo tengo un amigo

Que provoca por sí solo catedrales

Y que a veces acompaña

La telaraña íntima de mis soledades.

Y tener un amigo

Se dirá que no es para hacer ningún alarde

Pero si para andar por la vida

Como llevando en el pecho

Un tesoro entrañable.

 

 

(Este poema que alguna vez le escribiera Rubén lo había colocado en su estudio de Escribanía en Choele).

 

Tengo que decir muchas cosas ahora que se ha adelantado en el camino: que era uno de los socios más antiguos de Independiente, el club de sus amores. Que fue el autor de colocar en las hojas notariales como marca de agua “la Meseta de Somuncurá”.

 

Que fue uno de los impulsores del Festival de Choele, que fue amigo de mi amigo el cantor Eduardo Gómez.

 

Que tenía su programa “Tangos con historia”. Que disfrutaba con la cocina y era feliz entre la coquinaria. Que su esposa Olga y sus hijos siempre lo acompañaron. Que el Dr. Alcides Llorente y su hermana Mabel lo querían entrañablemente.

 

Yo ahora me siento mejor porque sé también que la vida es breve y que pronto nos encontraremos. ¿Importa el tiempo?

 

Estoy orgulloso de ser su amigo y haber acompañado mañanas y tardes conversando frente al mar azul de Las Grutas.

 

Abrazos amigo

 

 

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

 

 

 

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