Yo tengo un amigo
Que se viste de frac a cada instante
Y que le galopan milagros
Corriendo desbocados por su sangre.
Que viaja por la distancia
Cuando se duerme la magia
De los ocasos granates
Y que transmuta en oro
La tersura ponderable
De todos los metales.
Que descubre alondras
Cuando el tiempo descuelga sus celajes
Y que anda con sus ternuras
Cuando se agosta en el camino su paisaje.
Yo tengo un amigo
De moral propia y conducta inapelable
Que aventa el humo
Con el arabesco gris de sus ademanes.
Que acuna tangos como niños dormidos
Para convocar sigiloso sus sueños de arcángel.
Que camina la historia
Asombrado y curioso con sus propios avatares
Para quitar con la anécdota
Las támaras viejas de todos los pesares.
Yo tengo un amigo
Que más que la verdad proclama sus verdades
Señor de muchas mareas
Con la brújula al norte de todas las amistades,
Que cultiva los afectos
Como el pájaro abreva en los estanques
Y enciende una candela
Con la que uno por uno enciende los fanales.
Que no solo sabe catar
El mosto que fermenta en los lagares
Sino el acíbar y el néctar
Que colman la copa de sabores dispares.
Yo tengo un amigo
Que es un trébol de cuatro bondades,
Un Diógenes con su lámpara
Buscando afanoso las recónditas claves.
Un hincha del rojo
Que presenta sus cartas credenciales
Para despuntar la pasión
Que se hace grito y papel en las populares.
Un seguro servidor
Aunque a veces la distancia nos separe,
Un quijote deslumbrado
Entre faenas terrestres y oficios notariales.
Yo tengo un amigo
Como se debe tener a mano la tarde,
De esos que valen la pena
En tiempos de bonanza o hasta que la tormenta amaine.
Yo tengo un amigo
Madera de guitarra y rumor de panales
Que va por las sementeras
Con paso firme de buen caminante.
Yo tengo un amigo
Que es como el pan que se reparte
Y que suele trocar
En redonda y nueva la luna menguante.
Yo tengo un amigo
Que provoca por sí solo catedrales
Y que a veces acompaña
La telaraña íntima de mis soledades.
Y tener un amigo
Se dirá que no es para hacer ningún alarde
Pero si para andar por la vida
Como llevando en el pecho
Un tesoro entrañable.
(Este poema que alguna vez le escribiera Rubén lo había colocado en su estudio de Escribanía en Choele).
Tengo que decir muchas cosas ahora que se ha adelantado en el camino: que era uno de los socios más antiguos de Independiente, el club de sus amores. Que fue el autor de colocar en las hojas notariales como marca de agua “la Meseta de Somuncurá”.
Que fue uno de los impulsores del Festival de Choele, que fue amigo de mi amigo el cantor Eduardo Gómez.
Que tenía su programa “Tangos con historia”. Que disfrutaba con la cocina y era feliz entre la coquinaria. Que su esposa Olga y sus hijos siempre lo acompañaron. Que el Dr. Alcides Llorente y su hermana Mabel lo querían entrañablemente.
Yo ahora me siento mejor porque sé también que la vida es breve y que pronto nos encontraremos. ¿Importa el tiempo?
Estoy orgulloso de ser su amigo y haber acompañado mañanas y tardes conversando frente al mar azul de Las Grutas.
Abrazos amigo
Jorge Castañeda
Escritor – Valcheta