Mester de gaterías. “Ningún animal es más enemigo del encierro y las ataduras”

 

Los gatos, según el Diccionario Insólito de Luis Melnik, “son mamíferos carnívoros de la familia de los félidos que se encuentran en todos los continentes y cuyo tamaño va desde el casero hasta el tigre siberiano. Tiene uñas retráctiles, buen oído y olfato, visión nocturna, cuerpo compacto y flexible, notable memoria y aprende por observación y experiencia”.

El gato doméstico “felis domesticus” se desarrolló en Asia, África y Europa, posiblemente aseguran los expertos a partir del gato Kaffir egipcio o hindú, alrededor del 3000 a. de C. y fue llevado a occidente por marinos fenicios.

Desde la Edad Media, según supersticiones, la forma favorita que solía adaptar Satanás era la del gato negro. ¡Y qué miedo cuando se nos cruza alguno!!

Sin embargo, dice Melnik, “en la antigua Roma, el gato era símbolo de la libertad y la Diosa de la Libertad era representada con un gato a sus pies: ningún animal es más enemigo del encierro y las ataduras. La diosa romana Diana también asumía la forma de una gata para enfurecer a los gigantes”

“En el antiguo Egipto, los gatos eran considerados sagrados. La diosa Bubastis era representada con cabeza de gato, una ciudad llevaba su nombre y le había sido dedicada. Sus templos estaban repletos de felinos especialmente atendidos por sacerdotes especializados y quién se atrevía a matar a un gato sufría, a su vez, la pena de muerte”.

Una vieja leyenda asevera que si la gata se lava las orejas, parpadea o estornuda una vez, se viene la lluvia. Si comienza a correr en círculos, se viene la tormenta. Si se sienta dando la espalda al fuego, se viene el frío.

Una conocida historia del siglo XVI cuenta que los ratones viejos decidieron un día qué gran idea sería colocar un cascabel al cuello del gato, de manera que resultase fácil advertir cuando se les acercaba. Pero, uno de los ratones jóvenes dijo y preguntó “¡Fantástico! Pero ¿Quién le pone el cascabel al gato?

De los gatos de historieta podemos citar a “Tom”, personaje ficticio y uno de los protagonistas, junto con el ratón Jerry, que fue creado por Hanna-Barbera, antropomórfico y de coloración entre gris y azul.

“Silvestre”, mi favorito, muy conocido por el público, es un gato bicolor que normalmente se dedica a perseguir al ratón “Speedy González” o al simpático canario “Piolín”.

El cínico, perezoso y gordo “Garfield”, de color anaranjado, habla en forma articulada, es haragán, ama a la lasaña, al café y especialmente dormir a pata suelta.

Pero sin duda el gato más famoso de la literatura infantil y no tanto, es el “Gato con botas”  que se vale de engaños y mentiras para hacer ganar poder, riquezas y la mano de una princesa a su dueño que es pobre. La versión más conocida corresponde al genial escritor francés Charles Perrault. Y hay más, muchos más.

El felino más curioso de todos es “Hank”, un gato que fue puesto como candidato para las elecciones del senado del estado de Virginia en el año 2012. Lo que empezó como una broma, comenzó a ganar fama. dado que “Hank” llegó tercero después de dos grandes candidatos.

Según el General Juan Perón “los peronistas son como los gatos, cuando parece que se pelean, es que se están reproduciendo”.

Conforme el refranero “a gato viejo, ratón tierno”; “al gato aunque sea ladrón, no lo eches de tu mesón”; “buen amigo es el gato cuando no araña”; tres entre muchos refranes gatunos.

Son famosos en la literatura los gatos de don Quijote que arrojados por la ventana de la estancia de los marqueses y portando cascabeles le quisieron atacar, pero el ilustre manchego tirando estocadas y mandobles, reprendió duramente a aquella canalla gatesca, encantadora y cencerruna.

Y si de literatos hablamos, don Jorge Luis Borges tenía un gato llamado “Beppo” al cual hizo entrar en sus sus narraciones y algunos poemas.

Por su parte, la poeta (me gusta más que poetisa) Olga Orozco a su gata “Berenice” le supo escribir: “Algo más que piedad, que providencia y desatino/ exigió nuestra carpa invulnerable entre las carcomidas fundaciones. / Algo que comenzaremos a saber entre un plato de leche/ y huesos, solo huesos de desapariciones, tan duros de roer”.

Yo por mi parte –nada original- supe tener una gata que respondía al nombre de “Michi”. Aún la extraño.

Dejo a los lectores los comentarios enjundiosos sobre los felinos que seguramente agregaran con más datos que los detallados en esta breve nota; pero el espacio, como el tiempo, es tirano. Miau.

 

 

Jorge Castañeda

 

Escritor – Valcheta

 

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