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Oficialmente fue presentado este lunes 15 el “Libro blanco de la fruticultura” rionegrina como parte de las políticas destinadas al sector, establecidas por el “Plan para una fruticultura sustentable” declarado de interés provincial por la Legislatura de Río Negro mediante la Ley N° 5.012.
El objetivo de la propuesta gubernamental, contenida en ese documento, es incorporar tecnología adaptada a la realidad regional, donde “la capacitación es clave para optimizar la inversión y alcanzar una mayor nivel de asociatividad horizontal y vertical en base a una nueva cultura innovadora, siendo relevante el nivel de compromiso y obligaciones de las partes intervinientes”.
También, alentar a “líderes transformadores que contagien su visión de oportunidades a otras personas del sector a través de proyectos” y tratar las situaciones críticas de la coyuntura dentro de planes que contengan mejoras que posibiliten su solución con modificaciones estructurales perdurables.
Otro objetivo es lograr transparencia comercial como parte del cambio en la organización del sector, facilitando las decisiones a los que producen, impulsando un cambio generacional en la fruticultura y recuperando el espíritu emprendedor y desarrollar mercados a nivel nacional e internacional promoviendo el aumento del consumo de nuestra producción.
Priorizarán los proyectos de cooperación donde el que produce es socio más que proveedor o cliente, tendiendo a lograr la meta de que el 50 por ciento del valor de venta a nivel precio de exportación (FOB) o similar para mercado interno, sea el valor de la fruta para el sector primario o en origen.
“El libro blanco de la fruticultura” figura en el decreto 2032, emitido el 27 de diciembre de 2017 e incluido en el boletín oficial de este martes 15 de enero.
Ese documento asegura que “la crisis frutícola que atraviesa el sector es estructural con más de cinco años consecutivos de falta de rentabilidad, reflejándose en distintos indicadores de deterioro como la pérdida de volúmenes productivos (de 1.891.000 toneladas de manzanas y peras a 1.341.000 de toneladas – fuente informe 06-2.017 Secretaría de Fruticultura) lo que impacta negativamente en el funcionamiento de la economía regional como también en toda la cadena de valor, incluido servicios y comercio en general”.
Agrega que “dicho deterioro afecta no sólo a los productores desalojados del sistema sino a toda la región en función de su status sanitario con aumento de las poblaciones de plagas cuarentenarias para los mercados y con el consiguiente riesgo de pérdida de los mismos, además de mayor costo a los que continúan en actividad”.
“La crisis estructural atraviesa a los productores en la actividad primaria y a empresas integradas con presencia histórica en los mercados, muchas de las cuales, han tenido que cerrar plantas de empaque y erradicado plantaciones y ello se traduce en una fuerte caída en el empleo de la actividad en los últimos años traduciéndose en una pérdida de 8.100 puestos de trabajo entre 2010 y 2015”.
