Ese olor a lluvia. Nos relaja y nos traslada hacia algún recuerdo

 

Es un olor muy particular. Nos relaja y nos traslada hacia algún recuerdo o lugar onírico. Pero ese olor a lluvia tiene nombre.

La lluvia es un fenómeno meteorológico al cual se han dedicado una parva de versos, un montón de escenas de películas y una innumerable cantidad de canciones. También hay cuadros y otras expresiones artísticas que la colocan como un elemento sustancial y protagonista. Es inspiradora y disparadora de la creatividad más innovadora.

Pero, además, en Mendoza, a todo lo descripto anteriormente, se suma la situación de que es un fenómeno muy escaso. Cuando llueve es noticia. Los medios locales llegan a titular y destacar el hecho de que “va a llover”. Y la lluvia pasa, se la analiza. Durante cuánto tiempo llovió, qué cantidad de agua cayó. La comparación con el año pasado y lo que se puede esperar para el que viene.

Ante tamaña importancia que alcanza la lluvia, es de esperar que los mendocinos estemos permanentemente a la espera de que llegue. Siempre esperamos el informe meteorológico para prepararnos. Guardar el auto bajo techo, cubrir algún electrodoméstico que hemos instalado a la intemperie y otras medidas que adoptamos en la antesala de la lluvia.

Huele a lluvia

Toda esta expectativa hace que estemos totalmente alertas y atentos para cuando la lluvia se anticipa. Y lo hace de la mejor manera, con un olor que activa todos nuestros sentidos. Y ese olor tiene nombre. Así dejamos de decir “¡qué olor a lluvia!”, y llamamos las cosas por su nombre. Porque, cuando hay viento, no decimos: “¡Qué fuerte que se mueve el aire!”. No. Decimos: “¡Qué viento fuerte!”.

De igual manera, al momento de resaltar el olor a lluvia, debemos llamarlo por su nombre: “petricor”. Hasta Word me lo subraya en rojo cuando lo escribo. Pero debemos resistir y hacer valer nuestro idioma.

 Petricor

Los manuales dicen: “Petricor es el nombre dado al olor que se produce al caer la lluvia en los suelos secos, equivalente al popular ‘tierra mojada’, ‘olor a lluvia’ o también llamado ‘Tarabañá’ en algunas regiones de Argentina. Se define como ‘el distintivo aroma que acompaña a la primera lluvia tras un largo período de sequía’. La palabra viene del griego petros, que significa ‘piedra’, e icor, que significa ‘el fluido que fluye en las venas de los dioses'”.

Pero ¿por qué se produce el petricor? Bautizado por dos investigadores australianos en la década de 1960, esta fragancia cálida y terrenal que experimentamos cuando la lluvia golpea el suelo seco es producida por bacterias. Estas producen una molécula llamada “geosmina”. Las gotas de agua que golpean el suelo hacen que la geosmina se libere en el aire y, en consecuencia, sea mucho más abundante después de la lluvia.

Esencia para perfumes

 

Empresarios perfumistas capturan estas moléculas para trabajarlas en sus fragancias. Muchas personas lo demandan, ya que se produce un aroma totalmente natural. Los especialistas destacan que lo primitivo y primario de este olor es lo que lo hace tan buscado.

Texto: Exequiel Nacevich, Ser Argentino

 

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