Es necesario aclarar que la denominación y los reglamentos de entonces no eran los que se conocen actualmente, aunque los que se practicaban en aquellas culturas, guardan similitud con muchos de los que se conocen en la actualidad,
Cabe señalar también que muchos juegos que entretenían a los pueblos originarios, como a otros como los mapuches chilenos que llegaron luego, ayudaban al desarrollo de una importante función social.
Los tehuelches con huesos de vaca jugaban a algo parecido a los dados que llamaban “allèl-kuzen” y para practicarlo se formaban equipos de hombres para jugarlo contra el compuesto por mujeres.
De acuerdo a los datos que encontramos respecto a los huesos utilizados para el juego, deducimos que se trata del astralago o conocido como la “taba” del vacuno debido a que se explica que al arrojarlos si cae con la concavidad hacia arriba, quien los había lanzado obtiene un punto y dos si lo hace hacia abajo, obviamente gana quien más puntos logra a lo largo de la partida, los que se sumaban a los que iban obteniendo los componentes del equipo.
Los jugadores utilizaban cuatro huesitos a los que se les pintaba en una de sus caras con rayas negras u otros diseños para determinar el puntaje que surgía de la combinación entre los lados rayados y lisos.
Otro juego practicado por los tehuelches era el “awar-kuden”, también conocido como “el juego de las habas”, ya que consistía en arrojar al aire ocho habas, a las que uno de sus lados era pintada. Cada jugador o participante del juego disponía de 20 fichas o “kow” en idioma “mapundungun”: como se trataba de un juego o entretenimiento infantil, los niños apostaban algún juguete o prenda.
Cada jugador a su turno disponía de varias tiradas con las 8 habas. Si estas caían del lado pintado hacia arriba o hacia abajo, se anotaba dos puntos y el derecho a un nuevo tiro, si en la tirada caían la mitad coloreada hacia arriba y otro tanto hacia abajo, se anotaba un punto y el derecho a otro tiro y el turno de cada jugador se agotaba cuando no había resultado para anotar puntos. El ganador del juego resultaba aquel que primero arribara a los 20 puntos.
También los tehuelches contaban entre sus hábitos y costumbres juegos de los denominados “de azar” que tomaron de los conquistadores, como los “naipes”, que lo jugaban con las barajas que ellos mismos armaban con cuero de guanaco curtido que cortaban y pintaban con sus propias figuras.
Según el material consultado, en el país hay solo dos registros de la existencia de naipes indígenas y uno se encuentra en un Museo de Bariloche.
De acuerdo a las mismas fuentes, se deduce que estos juegos fueron incorporados tras la colonización, aunque no existen pruebas definitivas, como tampoco respecto del material utilizado para pintar las figuras. Lo que se pudo confirmar es que los naipes como los mencionados se hallaron en la provincia de Santa Cruz en el ámbito de familias tehuelches, pueblos originarios de la Patagonia.
Se puede afirmar además que en 1653 se conoció en Concepción, Chile el Juego de Cartas, ya muy difundido en el pueblo mapuche, que habían conocido tras invadir a los tehuelches en nuestro país.
Otro juego que aparece en la cultura de los mapuches chilenos, que trajeron a nuestra tierra durante la invasión de Calfucurá, y era considerado muy popular es el conocido como “Palin” o “Chueca”, cuyo desarrollo es muy parecido al actual “Hockey”. De acuerdo a las referencias a este juego, se practicaba con lo que denominaban “bastones”, ya sean de “palo” o “Huesos” con los que se empujaba una bola hasta la cancha contraria para anotar un punto, en tanto que el juego duraba hasta que uno de los equipos lograra anotar cuatro puntos.
Para jugarlo se elegía un lugar despejado y plano, de aproximadamente 100 metros de largo por 50 o 60 de ancho. Los jugadores, adornados con pinturas especiales y con birretes y borlas de lana coloreada, se repartían en dos equipos de 10 a 12 hombres cada uno.
En los extremos de la cancha se marcaban las metas con ramas y gajos de arbustos, en tanto en el centro del campo se cavaba un hoyo, en el que se introducía una pelota de cuero sobado, rellena con bosta y paja de donde los jugadores con un palo de molle o coihue, arqueado en uno de sus extremos debían sacar la pelota del hoyo e impulsarla hasta el campo contrario para marcar el tanto
Cuando uno de los equipos, integrado por 10 a 12 individuos lograba anotar lo cuatro puntos ganaba el juego y finalizaba el mismo, ya que el cuatro era el numero sagrado que para esa cultura significaba el equilibrio cósmico. Los participantes del juego, se ornamentaban con pinturas, ropas con símbolos de esa cultura y gorros con borlas de lana.
Dentro de los juegos practicados por estos pueblos, también figura uno al que denominaban “linao”, cuyo desarrollo es bastante similar al “rugby”. Es importante destacar que en la búsqueda de información sobre los juegos que practicaban los tehuelches y los mapuches chilenos, nos encontramos con entretenimientos similares o parecidos en distintas etnias que habitaban otras regiones del país, por caso la zona Cuyana, la Mesopotamia y el Norte.
Con nombres o denominaciones de acuerdo a la lengua de cada región, como pequeñas diferencias en el desarrollo del juego, coincidìan en muchos aspectos, al igual que la finalidad.
Texto Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma
Las Grutas – Río Negro