Mis amigos. “Un amigo es uno mismo, pero con otro cuero”

 

Hoy es un día especial. Es el día del amigo. Siempre he dicho que soy un hombre afortunado porque mis amigos a lo largo de los años son muchos y me han honrado con su amistad.

También puedo decir como Joan Manuel Serrat que mis amigos son unos atorrantes: artistas, bohemios, compañeros de militancia. He tratado dentro de lo posible de no defraudarlos ni importunarlos. Los hay de varias religiones y también ateos, peronistas, radicales o conservadores, leídos y otros no tanto, de posiciones económicas holgadas y otros de buena vecindad con sus estrecheces, unos amables y dicharacheros y otros parcos. Y yo a todos los respeto como ellos me soportan y toleran mis defectos.

Me acuerdo de la canción de Alberto Cortez porque ella expresa todo lo que yo quisiera decir. Y esa otra que se llama “Decir amigo”.

También a mis setenta años la fecha me provoca cierta tristeza porque muchos de mis entrañables amigos ya no están. Y cierta impotencia porque el maldito Covid se llevó a varios. Los extraño mucho.

Y pienso en la amistad del Sargento Cruz y de Martín Fierro, en la David y Jonatán que cuenta la Biblia en el libro de los Reyes de Israel, en la de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, en la de Fabio Cáceres y don Segundo Sombra.

Hay muchas frases sobre la amistad, pero sería caer en lugares comunes. La verdadera amistad tal vez la glosó en sus famosos versos José Martí: “Cultivo una rosa blanca/ en Julio como en Enero/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca”.

Una de las más hermosas y justas corresponde a don Atahualpa Yupanqui y que define la esencia de la amistad: “Un amigo es uno mismo, pero con otro cuero”. Y Jesús, el maestro de Nazaret señalando a sus discípulos le dijo: “Vosotros sois mis amigos”. Y siempre me conmovió que cuando se enteró de la muerte de su amigo Lázaro, uno de los versículos más cortos y triste de los evangelios dice textualmente que “Jesús lloró”.

Hoy que la modernidad se ha instalado y se enseñorea sobre todo el basto mundo, que siempre sigue siendo “ancho y ajeno”, al brindarnos los instrumentos virtuales ha instalado la falacia de que las redes sociales nos dan “un millón de amigos” o más. Pero… ¿Son realmente amigos?

Y uno siempre sabe que los verdaderos amigos son los que siempre están a nuestro lado cuando más los necesitamos, a pesar de vernos de cuando en cuando en situaciones normales.

Vuelvo a repetir que soy un hombre agradecido porque mi casa siempre fue de puertas abiertas frecuentemente hospeda a mis amigos más cercanos y mi señora trajina las tareas para que sientan como en la suya. Y la mesa se llena de manjares y vituallas, pero sobre todo por poder compartir la amistad. ¿No escribió Mario Benedetti estas hermosas palabras?  “El que hace trampas es porque no tiene el coraje de ser honesto. Me gustaría mirar de todo de lejos, pero contigo. No sé porque pero hoy me ha dado por extrañarte, por echar de menos tu presencia. Alguien me dijo que el olvido está lleno de memoria”.

Y tiene razón don Mario, a veces hay días que  los ojos se nos llenan de lágrimas porque extrañamos de veras a los amigos que se han ido. Y pronto como ellos dejaremos esta tierra y en ella quedaran los nuestros con la misma extrañeza.

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

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