Para mí la vida es una fiesta, porque tengo poco y hay cosas que me sobran

A pesar de los pesares, de las ausencias, de los achaques propios de la edad, de la tristeza que a veces me embarga, de los problemas cotidianos que son inevitables, para mí la vida es una fiesta.

Es una fiesta porque tengo una compañera que me acompaña y comprende, que trajina la casa y reina en la cocina cuando la mesa se llena de amigos, por los hijos que son buena gente, por el afecto que me dispensan y por el cariño con que me cuidan.

Para mí la vida es una fiesta porque un día muy lejano se me apareció el buen Jesús en un recodo de mi camino a Damas y desde entonces siento su presencia amorosa y cercana. Con Él converso y le cuento mis cosas. Desde entonces andamos en este pequeño trazo de la vida.

La vida es una fiesta porque tengo poco y aún hay que cosas que me sobran. Mis casas son modestas, mi ropa es sencilla y no de marca, no uso tarjetas de crédito, mi teléfono celular es básico, no poseo automóvil, mi televisor es común. Casi me siento un estoico. Y pienso que la felicidad está en las pequeñas cosas, por eso la vida para mí es una fiesta.

Está en la mañana cuando me despierta el piar de los pajaritos, en la calma del desayuno frugal, en el saludo matinal, en las calles cuando camino, en las arboledas, en el rumor del agua en las acequias, en los remansos del arroyo, en las nubes que dibujan formas caprichosas.

La vida es una fiesta porque vivo feliz con mis libros, con mis pequeñas baratijas, con mis sueños. Porque desde que era un niño la Poesía se convirtió en mi compañera, en esa musa coqueta que me busca a cualquier hora y en cualquier circunstancia, que a veces me duele mucho y otras alegra mis horas de solitario.

La vida es una fiesta porque sé que soy finito, que tengo mis limitaciones, que voy liviano de equipaje como decía el poeta, que no tengo vanidad y he desechado el odio, el rencor y las bajas pasiones. Igual por las noches pido perdón porque a lo mejor durante el día sin darme cuenta he herido a alguna persona sin querer. Y perdono las ofensas porque también Jesús perdona las mías.

La vida es una fiesta a pesar de los contratiempos, de los dolores, de las miles de circunstancias aciagas, pero que siempre no da la oportunidad de fortalecernos y comenzar de nuevo.

La vida es una fiesta porque sé que grandes hombres de la humanidad y mucho más desgraciados que yo han sufrido han sacado fuerzas de su interior y han hecho grandes cosas con su propio dolor; son mis ejemplos.

La vida es una fiesta porque me alegra alternar con mis amigos, leer un buen libro, estudiar, ver una buena película, mirar un cuadro, escuchar una canción, que es síntesis la única razonable de ser feliz.

Sé que todas las cosas pasan, que los años se van como arena entre los dedos, que soy un peregrino, un viandante que pasaré por esta tierra una sola vez para hacer el bien a los demás y a mí mismo.

Para mí la vida es una fiesta porque sé que “este mundo es tan fugaz/como una estrella que se apaga/ al amanecer.  Es como una burbuja en las aguas/ de un arroyo.  Como el destello brevísimo/ de un relámpago/ en una noche de tormenta.  Este mundo es un farol/ tintineante/ un pabilo que humea/ un fantasma/ / un sueño efímero/ y nada más.  Porque así es mi vida/ y así será la vida de todos los hombres/ sobre esta tierra.

Y saber estas verdades es vivir sin apuros ni urgencias. Por todas estas cosas y a pesar de todas para mí la vida es una fiesta.

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta (Río Negro)

 

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