Historias de fantasmas y aparecidos. En Río Negro: la dama de blanco, la niña del jagüel, Rodolfito

 

Según las viejas leyendas, se llama fantasma al alma perdida o al espectro de los muertos, supuestamente habitante de los subsuelos, pero capaz de regresar adquiriendo alguna forma de vida. Se han escrito centenares de historias relacionadas con los fantasmas.

Una de las más conocidas en nuestro país es la del legendario fantasma del barrio Clínicas de la ciudad de Córdoba.

El escritor Luis Melnik en su Diccionario Insólito expresa que sobre unos estudiantes de medicina que “por fin lograban el título. Se habían recibido de médicos. La historia ocurrió en Córdoba, por los años 50”.

“Los amigos, ahora colegas, decidieron festejar, como era habitual en aquellos tiempos provincianos, con una fiesta loca. Se juntaron en la casa de uno de ellos, invitaron a otros amigos y amigas y se tomaron todo el vino, vestidos como correspondía con el delantal blanco identificatorio de la nueva profesión”.

“Cuando la madrugada se acercaba uno de ellos propuso una broma”.

“En la esquina vivía un curita medio ido muy conocido en el barrio. –Vayan a buscarlo. Yo me hago el muerto y ustedes le piden que me de la extremaunción”. Carlos se acostó en la cama fingiendo fingiendo el rictus. Y al rato los amigos volvieron con el curita a la rastra”.

“Asombrado por los vapores y por los humos, el viejo se preparó para el sacramento. Se arrimó a la cama donde “yacía el muerto voluntario” y comenzó su tarea ante las risas contenidas de los llorosos amigos que le urgían apurarse a concederle el sacramento “antes de que la muerte se lo lleve”.

“El tembloroso sacerdote no terminaba de acomodarse y encontrar sus cosas, no advertía nada en los acompañantes  ni tenía la menor idea del fraude. Cuando finalmente se calzó los anteojitos y se arrimó al lecho, extendió su mano sobre la frente de Carlos, tomó una de sus manos, los miró consternado  y les dijo: “Hemos llegado tarde. Ya está muerto”.

“La primera reacción  de los borrachos contertulios fue tomar el tema para broma  e insistir con el curita”.

“Este bendijo el cadáver  y comenzó a incorporarse. Carlos, tendido, no movía un músculo. Estaba muerto. De verdad. Muerto”.

“Un síncope provocado por el alcohol y el frío, las entradas y salidas al patio, la probable actividad sexual, la excitación y el destino, le paró el corazón. Estaba muerto”.

“Las chicas huyeron despavoridas. El curita regresó a su cuartucho sin tener demasiada conciencia de la encerrona que le habían tendido. De aquellos participantes recién recibidos poco se ha sabido. Alguno abandonó todo y pidió perdón a Dios haciéndose sacerdote. Otros simplemente se desvanecieron en el tiempo”.

“Algunos dicen que por las noches, en el barrio Clínicas, puede verse un fantasma vestido de blanco, seguido por una sombra negra, que revolotea por los techos reclamando por qué no  recurrieron al sacerdote un poco antes y lo dejaron marchar sin sacramentos. El viejo curita es la sombra”.

Hasta aquí el trágico relato de las más difundidas leyendas urbanas de la ciudad de Córdoba, “La Docta”.

¿Acaso en la primera tranquera de Sierra Pailemán no se aparece el fantasma de “La Dama de Blanco” haciendo dedo? ¿En Nahuel Niyeu acaso en las noches cerradas no llora y gime el fantasma de la niña que se cayó en un jagüel? ¿Y –según muchos vecinos aseguran –el fantasma del Rodolfito no anda en taxi o en bicicleta por las calles de Valcheta? Y la toponimia rionegrina ¿Acaso no se traduce la voz Chelforó como espantajo o fantasma?

 Sin embargo, dice los que saben que los verdaderos fantasmas son los que llevamos adentro nuestro. ¿Será tan así?

 

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

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