“Valcheta cumple 188 años este 5 de octubre. Somos valcheteros”: Jorge Castañeda

 

Somos origen y destino, hijos fecundos de una tierra bendecida. De un oasis que en medio del desierto nos abriga.

Somos vertiente y remanso del arroyo, espiga rubia de un mandato cuyas claves se pierden en el tiempo.

Somos la colorida urdimbre de las matras, la redondez frutal de los racimos, el sueño milenario de los árboles petrificados, la habilidad manual de los artesanos, el pentagrama sutil de los cantores, las palabras encendidas de  los escritores, la metáfora de los poetas, las ramas florecidas de los almendros en primavera, los rieles de la vieja estación de trenes.

Somos el retoño de aquellos que fueron, la heredad de su siembra, la concreción de sus sueños, la osadía de ser lo que somos.

Somos pueblerinos orgullosos de forjar todos juntos nuestro destino común. De estrechar nuestras manos para mancomunar los esfuerzos.  De continuar lenta pero firmemente conformando nuestra propia identidad,

Somos nuestro paisaje, nuestras arboledas, nuestras acequias, nuestros pájaros, nuestros miradores naturales, nuestros espacios verdes y estas ansias enormes de ser cada día más unidos y mejores.

Somos una comunidad de vecinos, un valle angosto de toda delicia, una noche donde las estrellas se pueden tocar con las manos, una encrucijada de caminos largos, un sentimiento común dentro del respeto y la pluralidad de opiniones. Somos hijos de una historia diversa pero que nos unifica y que traza caminos de encuentro.

Somos hijos de un mandato, venimos del pasado que forjaron los mayores, de un presente donde construiremos el futuro que será auspicioso y nuestro.

Somos esto y mucho, pero mucho más, porque las palabras no pueden expresar los sentimientos, los afectos, el tesón, el respeto, las ansias, el amor, los valores, la vida.

Somos valcheteros.

Pasan los años y la vida deviene. Y los pueblos nacen, se desarrollan y crecen. Cada etapa está signada por el esfuerzo y la voluntad de su gente. Con la fuerza de su carácter el páramo se transforma en sembradío, los sueños acompañan la vida de hombres y mujeres y el solar nativo se transforma en una tierra de promisión.

Valcheta tiene una vieja historia. Es una encrucijada de caminos entre la estepa patagónica, la gran extensión de la Meseta de Somuncurá y el Bajo del Gualicho.

Su gran rasgo distintivo es el arroyo del mismo nombre que nace en las estribaciones de la meseta, en el paraje Chipauquil.

A lo largo de su recorrido irriga las chacras linderas, se reparte en las acequias a la altura pueblo y desemboca en las lagunas del Gualicho.

Hoy, con la pavimentación de la Ruta Nacional 23 y la apertura la actividad turística, mira el futuro con esperanza.

Mientras tanto, todo es igual pero mejor. Las norias sobre los canales siguen cantando, los espacios verdes se renuevan y todo para bien.

Feliz cumpleaños, Valcheta, mi pueblo.

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

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