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Que tristeza ver tantos molinos abandonados en nuestra zona. Algo que siempre me llama la atención cuando tengo la posibilidad de andar por los caminos rurales, sobre todo en los campos entre Teniente Origone y Médanos.
No sé si ustedes han prestado atención a la cantidad de estos aparatos en desuso. Ya quedan como apagados y fuera de servicio.
Y la verdad que impresiona ver la cantidad que hay de ellos.
Muchos ya se reinventaron y hoy son hábitat de aves que aprovechan la altura para construir sus nidos.
Protagonistas de épocas de vigor productivo, de buenas cosechas y de mucho trabajo en familia.
Para los que no saben, un molino de estos puede regar unas cuantas hectáreas pero por supuesto que para ello requiere de mucho trabajo a pala de mano, hombro y tiempo de espera para el agua pase por el surco y llegue al cultivo.
En nuestra zona muchos molinos llegaban desarmados en tren y eran instalados en las diferentes chacras para dar agua a los hogares, a los animales y por supuesto, regar la producción, ya sea ajo, trigo, alfalfa, etc.
Los responsables de su instalación primero debían asegurarse que el agua sea buena, es decir dulce, esto se lograba haciendo un pozo, después colocando el cilindro con la varilla que sube y baja debido al movimiento que genera el motor gracias al viento que hace girar las paletas o palas de la rueda. El agua era depositada, por lo general, en un tanque o pozo pampa para almacenarla y de allí se iba repartiendo según la necesidad.
Tener un molino era todo un lujo, era tecnología de avanzada. Hoy esperan en silencio en los campos abandonados a la suerte.
Hoy con la crisis hídrica que sufrimos en la zona ver estos aparatos te deja pensando… Será que volveremos a usarlos en algún momento?
Texto y foto interior: Noelia Sensini, Hilario Ascasubi, Sur de la provincia de Buenos Aires
Foto portada ilustrativa
