Perdió la vista, pero nada lo detiene: se recibió de instructor de defensa personal

Juan Antilef, 51 años, sanantoniense, hace casi 20 perdió la vista. Pero no se amilanó y siguió practicando artes marciales y logró perfeccionarse.

La vida le dio un golpe duro cuando tenía 30 años, al quedar ciego por un desprendimiento de retina espontánea, un mal que pudo tener vinculación genética.

Pero ni siquiera eso lo amilanó y en lugar de derrumbarse en su padecimiento lo enfrentó con lo que lo apasiona: las artes marciales.

De muy joven practicó las distintas especialidades de la disciplina deportiva, como Kung Fu, Karate y Judo.

“Esto es mi vida. Lo mío es estar arriba del tatami”, resaltó Antilef, quien desde su puesto laboral en una mesa de entradas del municipio de San Antonio suele reconocer la voz de quien lo saluda, lo mismo que cuando camina por la calle portando su bastón blanco.

Para él, las técnicas de defensa personal y combate orientales no son para agredir, como establece su principio filosófico, sino “para alcanzar la armonía con los demás seres de la tierra”.

Es “aprender a pelear para no pelear”, sostiene. “Romper a una persona y romperse uno, no sirve”, resumió.

Gracias a su fuerza de voluntad le permitió seguir ejercitándose aún sin poder ver y alcanzó el cinturón negro, uno de los niveles superiores del deporte.

Fue en 2007, por su pericia sumada al impedimento visual, destacado en una nota publicada en la revista “Judo y Karate”.

Pero no fue todo, porque luego aprobó un curso de defensa personal que organizó la Asociación Aikido Patagonia y dictado por Mario Bertoni, instructor de la Policía rionegrina.

Ese título lo habilita a enseñar las técnicas y estrategias de defensa. Tenía todo acordado para dar clases en un gimnasio privado, y estaba preparando un proyecto para presentar al municipio. Pero el COVID-19 y sus restricciones le frustraron los planes, por ahora.

Mientras tanto sigue practicando en su casa, donde montó un reducto de entrenamiento.

El blues que le escribió un amigo

En San Antonio es archiconocida la historia de Juan Antilef, quien genera admiración por su fortaleza.

En 2016 se conoció que un músico amigo escribió un poema en su homenaje y le puso ritmo de blues.

La canción se llama “Cinturón Negro” y la compuso Exequiel Lemos:

Venciendo barreras, libre al caminar,

la vara y los cristales para contrastar.

Saluda sonriente, siempre de buen humor

su vida no se opaca, ¡está llena de color!

Juan sabe dónde está parado, muy bien sabe dónde va.

El viento lo acompaña, lo sigue en su andar

el sol que marca el este nunca puede fallar.

Y aunque en cada paso se puede caer,

¡las piedras del camino no lo van a vencer!

Juan sabe dónde está parado (…)

Imagina del recuerdo, del paisaje de esos tiempos

cuándo contemplaba el alba y el inmenso firmamento.

Cuando sienta que el camino, se hace duro y agobiante

hallará siempre un amigo que lo impulse hacia adelante.

Juan sabe dónde está parado (…)

Texto y foto: Luis Uribe, periodista de El Mallín y La Mañana de Cipolletti

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