Belisario Roldán vivió en Río Negro. También Rodolfo Walsh y Osvaldo Soriano

Varios escritores de reconocimiento nacional nacieron o vivieron en nuestra provincia de Río Negro. Tal vez los casos más conocidos sean Rodolfo Walsh (se disputan en el Valle Medio el lugar de su nacimiento), el entrañable Osvaldo Soriano, que recreó en varios de sus libros sus vivencias en la ciudad de Cipolletti y más recientemente el poeta Fernando Noy, nieto del famoso Noy del tango y denominado el “rey del under”.

Sin embargo, muy poca gente sabe que el poeta, escritor, orador y político Belisario Roldán vivió y escribió en nuestra provincia.

Muy pocos recuerdan a este gran orador a quién denominaron en su época como “el Demóstenes argentino” o “Pico de oro”, que generalmente es recordado por algunos pocos memoriosos por su famoso poema infaltable en las antologías literarias y libros de lectura de aquellos años: “¡Caballito criollo del galope corto, / del aliento largo y del instinto fiel!  ¡Caballito criollo que fue como un asta/ para la bandera que anduvo sobre él!”.

Había nacido en Buenos Aires en el año 1873. Recibido de abogado optó por el periodismo. Alguien lo definió como “espíritu travieso, aficionado a agudezas, de ingenio burlesco y cáustico”.

Supo despreciar la “dinerocracia” y desencantado de la política dijo que es en ella “donde reina la venalidad más absurda, más seca, más procaz y más helada”.

Cuando se procedió a la inauguración del monumento al General José de San Martín en Boulogne-Sur-Mer resonaron los versos de su célebre poema: “Padre nuestro, que estás en el bronce”.

Manuel Ugarte dijo de Roldán que “cultivaba la imagen esplendorosa, el párrafo desbordante, el milagro musical de la palabra que, sin expresar nada, arrebataba a las multitudes”; confesando que los jóvenes “admirábamos a Roldán como se admiran las plumas del pavo real o del atardecer del trópico”.

Entre sus obras de teatro las más reconocidas fueron “El puñal de los troveros” y  “El rosal de las ruinas”, a lo que Ugarte apuntó que “persiguió, a raíz de amargas desilusiones, una evasión o un consuelo en el teatro y empezó, tardíamente, a buscar un desquite, produciendo dramas en verso con claras reminiscencias de Etchegaray, pero constelados siempre de rasgos felices”.

Un 17 de agosto, Belisario Roldán, pondría fin a su vida para terminar con el martirio de su enfermedad, disparándose un balazo en la ciudad cordobesa de Alta Gracia.

Pero el dato que nos interesa a los rionegrinos lo aporta Rodolfo Casamiquela: “Consultado cierta vez por una investigadora que se proponía hacer la antología de los escritores rionegrinos, le sugería yo recordar, ¡entre tantos!, a Belisario Roldán, de quién se dice que escribió su otrora célebre “El rosal de las ruinas” en una casona que está situada al lado de la bodega valletana “El barón de Río Negro”.

Su famoso poema “El adiós” está muy presente por haberlo recitado Horacio Guarany antes de cantar su “Canción del adiós”.

Dejó también para la posteridad un impecable soneto al ya santificado Cura Brochero, titulado “Visión serrana”, hoy casi olvidado como la mayor parte de su obra y de sus discursos: “Bordeando la sierra, jinete en su jaca/ va el fraile Brochero leyendo el Breviario; /  debajo del brazo sostiene una estaca/ sobre cuyos nudos se enrosca el rosario.  Luce una sotana de cura vicario/ color de ratón… A intervalos saca/ algo del bolsillo: y el Devocionario/ su lugar entonces cede a la petaca/ donde está el rapé…; toma un sorbito/ la guarda otra vez, se arregla el sombrero, / suspira, sonríe, y en el infinito/ puesta la mirada, puesto el corazón, bordeando la sierra va el cura Brochero/ bajo su sotana color de ratón”.

Una venida en Banfield, una calle en el Barrio Noroeste de Bahía Blanca, de González Catán, de San Isidro, de Zárate, Mar del Plata y Ezeiza, entre otras, llevan el nombre de Belisario Roldán.

Y por esa maravilla de Ingeniero Jacobacci, tierra de poetas, donde se destacada Elías Chucair un grande de nuestra literatura, una calle lleva el nombre de Belisario Roldán, no podría ser de otra forma.

Ojalá muchas calles de nuestras ciudades llevaran el nombre de nuestros artistas: Poetas, escritores, pintores, músicos.

Tal vez el poema del Padre Ernesto Cardenal, cantado por Joan Manuel Serrat sea adecuado para dar el cierre a esta breve nota. Y una pregunta, por ejemplo, ¿Dónde está la calle Héctor Meis, dónde la Calle Elías Chucair, donde la calle Marcelo Berbel, donde la calle Milton Aguilar?

EPITAFIO PARA JOAQUÍN PAZOS: “Aquí pasaba a pie por etas calles/ sin empleo, sin un puesto y sin ningún peso, / solo poetas, putas y picados/ conocieron sus versos.  Nunca estuvo en el el extranjero/ estuvo preso. / Ahora está muerto. / No tiene ningún monumento.   Pero/ recordarle cuando tengáis puentes de concreto/ grandes turbinas, tractores, plateados graneros/ buenos gobiernos.  Porque él purificó en sus poemas el lenguaje de su pueblo. / En el que un día se escribirán los tratados de comercio, la constitución, las cartas de amor, / y los decretos”.

Es que todo pasará menos la palabra de Dios, los versos de los poetas y la obra de los artistas, sal de la vida.

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

HOMENAJE A LOS ARTISTAS RIONEGRINOS

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