Los Miller’s, la banda que marcó musicalmente una época de Viedma y Carmen de Patagones

 

En el recuerdo de quienes tienen ahora entre 40 y 60 años el nombre del grupo musical Los Miller’s está asociado con los grandes bailes populares de los clubes Sol de Mayo, Jorge Newbery y Emilio Mitre.

Era el tiempo en que el Centers y la boite del hotel Provincial ofrecían propuestas más distinguidas y selectas. Pero la musicalidad y el encanto juvenil de Los Miller’s se mantuvieron, durante más de una década, como la marca de un estilo.

Ramón Magri (radicado en Rosario desde 1979) estuvo de paseo hace poco por Viedma y Carmen de Patagones. Se reunió con sus ex compañeros de Los Miller’s, esa casi mítica banda en la cual batía los parches de la batería, transitó por las calles que festejaron aquellos éxitos de los años sesenta al setenta y pico, y tuvo también tiempo para una entrevista. Lo que sigue es el resultado de una larga charla.

¿Sos el mismo tipo de la época de Los Millers?

– Por supuesto que sí, en cuanto a las ganas de hacer música. Siempre soñando con el día que está por venir. Pasaron cuarenta años desde la época de gloria de Los Miller’s, pero es como si no hubiesen pasado, recuerdo cada momento y sigo con el empuje de siempre.

 

– ¿Cuál es la fecha del debut de Los Miller’s?
– Fue en 1966, con precisión te digo en dónde, en el club Racing de San Antonio Oeste. Viajamos desde Viedma con un taxista de apellido Baffoni y en el trayecto ensayamos los temas del repertorio que íbamos a tocar, tono por tono, porque el conjunto recién se había armado.

 

– ¿Cuál fue la primera conformación del grupo?

– Los integrantes eran Carlos Baffoni, guitarra y canto; Dany Potenza, bajo y saxo tenor; Jorge Leo (que dejó enseguida el grupo) con la otra guitarra y yo, Ramón Magri, en batería. No teníamos teclado todavía.

– ¿Enseguida tuvieron éxito?
– Sí, creo que la gente nos acompañó desde el primer momento, porque éramos jóvenes y contagiábamos algo especial. Al poco tiempo se incorporó Edgardo Franco, más conocido como Pepino, con guitarra; pero la formación tuvo algunas incorporaciones, como por ejemplo en teclados, más adelante Víctor Hugo Muñoz, en otro momento Jorge Pocho Scale, en bajo. La gente nos brindó su acompañamiento, hasta llegar al momento de las grabaciones. El éxito de público también se concretaba en las buenas recaudaciones que hacíamos.

 

– ¿Es cierto que se permitían lujos cómo ir todos juntos en avión a Buenos Aires?
– Sí, tuvimos la suerte de tener el dinero necesario para encarar la grabación de un disco como una producción independiente. Viajamos a Buenos Aires, alquilamos una sala de grabación de primera e incluso pudimos comprarnos un equipo de amplificación de guitarra marca Vox, como el que usaban Los Beatles en ese momento, que era lo último que había llegado al país.
En ese tiempo nosotros éramos los que permanentemente innovábamos. Por ejemplo en un baile de carnaval bajamos los instrumentos al piso, en medio de la pista; e incorporamos el juego con las serpentinas y el cotillón.

– ¿Víctor Telechea formó parte de la banda?

– Sí, ese formidable músico y maravillosa persona que se llamó Víctor Telechea también formó parte de Los Miller’; aunque en una época fuimos rivales en los escenarios siempre hubo buena amistad. Así en un determinado momento tuvimos el orgullo de decir que en Los Miller’s está tocando Víctor Telechea. Se integró y trabajó, hasta que el grupo se disolvió allá por los años 80. Después de 2004, en las últimas reapariciones de la banda también nos acompañó.

– Otro músico de Los Miller’s fue Víctor Hugo Muñoz…

– Sí, también, tocando los teclados. La formación original no incluía a Muñoz, porque él estaba con Telechea en su banda Vic Robin y Los Kings. Más tarde cuando este grupo se disolvió entró con el órgano Farfisa, lo que ahora llamamos teclados, toda una novedad en ese momento.

Cuando Mitre era una fiesta: – ¿Cómo fue eso de las matinés danzantes de Emilio Mitre?
– La iniciativa la trajo Héctor Celis, el recordado “Bicho” Celis, gran locutor que había llegado desde Bahía Blanca y trabajaba en radio Viedma. Se conectó con nosotros y la gente del club Emilio Mitre (donde hoy funciona el gimnasio cubierto del Deportivo Patagones) y nos propuso hacer bailes los domingos a la tardecita. El club se quedaba con la recaudación del buffet y nosotros con la boletería.

Empezamos con dos colectivos de la línea Benítez que salían especialmente de Viedma, para Patagones, con las chicas y chicos que iban a bailar. Al poco tiempo era impresionante la cantidad de viajes de colectivo que hacían, por la demanda de gente. Los bailes empezaban a eso de las ocho de la tarde del domingo y terminaban a la medianoche. Fue un éxito espectacular, incorporamos efectos de luz negra sobre el escenario, con el hermano de Víctor Hugo (Miguel Angel Muñoz) preparamos diapositivas que se proyectaban como acompañamiento a los temas musicales, como si fuese una especie de video clip. Buscábamos modelos que posaban para las fotos, íbamos a la costa del río, o al mar, él sacaba las fotos y las compaginaba en el proyectos y las ponía de fondo a una canción determinada. Se trataba de armar un espectáculo de primera calidad, distinto, con detalles originales. Esta misma puesta la llevamos a otras ciudades y localidades de la zona. El conocido productor Pablo Hugo Rivas nos llevó por sitios muy importantes de la provincia de Buenos Aires.

– ¿Hubo parejas de novios que eligieron especialmente al grupo para sus bailes de casamiento?
– Sí, era un motivo de distinción y orgullo que una pareja de novios nos llamara para el baile de casamiento. La gente se sentía bien con nosotros, nos acompañaba y nosotros teníamos que devolverles tanto afecto. Más de un muchacho, una chica de treinta y pico de años, es fruto de alguna de aquellas inolvidables noches de casamiento con Los Miller’s. Además, muchos noviazgos han empezado en esos bailes de Emilio Mitre.

El encuentro de los músicos: – Volviendo al principio de la historia ¿cómo ocurrió que ese grupo de talentosos músicos jóvenes se reunió aquí en esta pequeña ciudad que era Viedma en los años 60?

– La vida del músico tiene sorpresas, a veces uno está desorientado, sale con el proyecto de una gira y no sabe si va a volver a Buenos Aires, o si sale una proposición de trabajo en otra parte, en otra banda, quién sabe dónde. Un poco de eso fue lo que pasó. Telechea llegó a Viedma con el conjunto Los Modernos y se quedó para trabajar en famoso Saloon de la calle Buenos Aires, y al mismo tiempo casi en la banda de música de la Policía. Dos años después llegamos Víctor Hugo Muñoz, Dany Potenza y yo (Ramón Magri) con una banda que se llamaba Las Estrellas del Ritmo. Aquí el grupo se disolvió, y hubo una propuesta del propio Telechea para tocar junto a él en ese bar. A partir de esa conjunción se formó Vic Robin y los Kigs, y después Los Miller’s.

En esas giras se tocaba de martes a domingos, con descanso solamente los lunes. No se ganaba demasiado bien, los viajes eran muy largos en distancias extremas sobre todo en la Patagonia y volver a Buenos Aires siempre era duro. Por eso, de pronto, encontrar un lugar en donde quedarnos asentados era una opción favorable e interesante.

– Antes de aquel viaje al Sur, antes de echar raíces en Viedma, ¿tocaste con Tito Alberti?

– Sí, con el gran Tito Alberti, músico de estilo tropical, el padre de Charly Alberti (el de Soda Stéreo) un gran percusionista del timbal. El me ofreció los palos de la timbaleta y se propuso ser como una especie de padrino musical. El fue el puente entre los músicos cubanos y centroamericanos que venían a la Argentina y nuestro público. Venían grandes orquestas como la de Pérez Prado y por ahí necesitaban un trompetista, un percusionista, y Tito Alberti les ponía sus propios músicos a disposición.

– Ramón Magri vivió intensamente con la música durante unos 20 años y de pronto la batería quedó en el olvido. ¿Qué pasó?

– Yo tenía mis hijos chicos, pensé en ellos en sus posibles estudios y su futuro. Por eso miré hacia la zona de Santa Fe de donde había partido alguna vez hacia Buenos Aires y después de meditarlo largamente con mi esposa, una viedmense que conocí en los tiempos de Los Miller’s, decidí radicarme en Rosario, eso fue en el año 1979. Allá, al principio, me relacioné con grandes músicos y grupos, pero me costó insertarme , sobre todo con los tiempos de la gran ciudad. Así fue que la música fue quedando en segundo plano, me inicié en el comercio textil y en esa actividad metí toda mi energía. Siempre estuve pensando en el reencuentro de Los Miller ‘s, lo que finalmente pudimos hacer entre el 2004 y el 2005. Para esas ocasiones volvieron también Víctor Hugo Muñoz y Carlos Baffoni (junto con nuestro entrevistado, claro) y aquí nos esperaban con todo entusiasmo PochoScale, Pepino Franco y Telechea. Fueron momentos inolvidables para nosotros y seguramente también para quienes nos fueron a escuchar en Jorge Newbery, el Centro Cultural o la plaza Villarino

– Lo último, una reflexión en voz alta: ¿qué es la música para Ramón Magri?
– La música es necesaria para la vida, para el espíritu. La música nos hace bien, nos lleva al encuentro de la paz interior. Tenemos muchos autores que nos acompañan durante toda la vida. La música no nos abandona nunca.

 

Carlos Espinosa, periodista de Viedma y Carmen de Patagones

 

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