Historias de vida: De General Roca a Polonia en búsqueda de las raíces familiares

 

Mi padre, Juan Kusznierz, nació en la aldea de Matiaszowka, provincia de Lublin (Polonia) el 13 de marzo de 1897 y bautizado en Zablociu, el 16 de marzo de 1897. Llegó solo a la Argentina el 13 de mayo de 1929, radicándose, al cabo de cierto tiempo, en la ciudad de Santa Fe. Trabajó muy duro en el campo y luego se dedicó a la construcción.

El 10 de mayo de 1941 se casó con mi madre, Ermelinda Dobal, y tuvieron dos hijos, Rogelio y Alfredo.

Recuerdo, muy vagamente, la reticencia de mi padre de hablar de su pasado, tal vez por la dura vida en el campo por aquellos años y las convulsiones políticas de la época de postguerra. Comentaba eso sí de su familia Lo que recuerdo, siendo muy chico, que mis padres prepararon un paquete con ropa y calzado, como ayuda, para enviar a los familiares que habían quedado en Polonia, por las carencias producto del final de la Segunda Guerra Mundial.

Mi padre falleció en Santa Fe, el 8 de octubre de 1987. Pasaron los años y nunca más hubo contactos. Hasta que una de mis hijas, Natalia, interesada siempre en buscar los orígenes del apellido y de la familia paterna, ubica a Kornel Kusznieruk, en Canadá, quien resultó ser hijo de un inmigrante y nieto de un hermano de mi padre con quien mantiene un intercambio de información.

Entusiasmado con estos datos y teniendo en nuestro poder el pasaporte de mi padre, iniciamos el engorroso trámite para la obtención de la ciudadanía polaca que finalmente me otorgaron y correlativamente también tres de mis hijos y cinco nietos.

Al programar con mi esposa un viaje por países del Este de Europa, incluía visitar varias ciudades de Polonia. Cuando le comentamos al familiar de Canadá sobre el viaje él dice que vayamos al pueblo natal de mi padre porque hay mucha familia viviendo.

Llevamos solamente la partida, en polaco y español, donde figuraba el lugar de nacimiento de mi padre, porque pensamos que tal vez no sería posible llegar a ese lugar. Ya en el viaje, le comentamos al guía, Roberto Ontoria, un simpático español, sobre las posibilidades de llegar a Matiaszowka. Cuando llegamos a Varsovia, nos puso en contacto con la guía local, Malgorzata (Margarita) Skwarska, quien luego de ubicar el lugar accedió a llevarnos con su esposo Mariano.

Así fue que el 13 de junio de 2013, por la tarde, emprendimos el viaje de casi 180 kilómetros hacia el Este, cerca de la frontera con Bierlorrusia en busca del lugar. Luego de un par de horas Margarita hace detener el vehículo, nos hizo bajar y nos señaló un cartel verde con una flecha que decía “Matiaszowka. Allí comenzaron las emociones y luego de unas fotos seguimos la señal. Circulamos por un camino pavimentado en medio de campos cultivados y cigüeñas en sus nidos en lo alto de los postes. Había casas muy  aisladas, cuando se terminó el pavimento retornamos y comenzamos a preguntar-todo a cargo de Margarita que ofició de traductora por nuestro desconocimiento del idioma polaco.

Una persona nos indicó una propiedad y hacia allí fuimos. Bajamos y golpeamos las manos; sale un hombre de mediana edad y Margarita le dice: “acá vienen a visitarlos familiares de Argentina, el hijo de Juan”. Quien nos recibió es Nicolás, nieto de un hermano de mi padre. No tenían idea de nuestra existencia, según nos comentó luego, traductora mediante. Pasamos a la casa, presentó a su esposa, Irena, tomamos te, y luego nos dice “vamos a la iglesia donde bautizaron a tu padre”, en Zablociu, a 8 kilómetros. Llegamos ya casi de noche, nos recibió el sacerdote ortodoxo, rezamos, nos bendijo,  sacamos unas fotos en la iglesia y retornamos. Al despedirnos en su casa Nicolás nos dice “Esta fue una visita de dos horas, la próxima será de dos semanas”.

El viaje de vuelta a Varsovia fue diferente. Tengo que decir que cumplí con mi sueño, que consideraba imposible de cristalizar, de pisar la tierra de mi padre, 84 años después que él la abandonara en busca de nuevos horizontes. He cumplido.

Lamentablemente, Nicolás falleció el 2 de noviembre de 2015.

Ahora todo cambió, a través de Facebook, tenemos contacto permanente con los hijos y nietos de Nicolás, en inglés, y siempre  estamos al tanto de sus vidas.

Un párrafo aparte merece el comentario que hizo Roberto Ontoria, el guía del tour, cuando casualmente y por esas cosas del destino, nos encontramos, dos años después en Eslovenia“ cada vez que voy con grupos por Polonia les cuento tu testimonio y quedan asombrados”

-Coincidencias con el número 13: Mi padre decía que era su número de la suerte. Y hay coincidencias: nació un 13 de marzo, llegó a la Argentina el 13 de mayo  de 1929 y yo estuve en su pueblo natal el 13 de junio de 2013.

 

ROGELIO JUAN KUSZNIERZ

General Roca, noviembre de 2017

 

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