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El Museo Salesiano de Viedma, con sus salas celeste, rosa y verde, la biblioteca y la capilla privada del Cardenal Cagliero, guarda mucha historia. En todos los rincones de ese relevante sector de la Manzana Histórica de la capital rionegrina. También es manifiesta espiritualidad, que se percibe en cada centenario objeto.
Marisa Quintana trabaja en el lugar desde hace 26 años. Habló con un periodista de masrionegro y lo acompañó en visita por cada uno de los ámbitos.
El acceso central, las salas celeste (espera de la concurrencia por el entonces Vicariato), rosa (utilizada como espacio de trabajo por los salesianos) y verde (de atención a los asistentes). Cada uno de esos ámbitos aparece como intacto desde la inauguración del histórico edificio.
En el año 1890 comenzó la construcción a cargo del sacerdote Juan Aceto, quien elaboró los planos, dirigió la obra y participó en la decoración interior.
Todo llama la atención, pero especialmente el altar de mármol de la capilla privada del Cardenal Juan Cagliero, quien la bendijo el 29 de mayo de 1892.
Quintana explica el uso del velo humeral (paño de hombros) por parte de los obispos, que es una especie de chalina utilizada en ceremonias religiosas durante Corpus Christi.
También expuso acerca de una particular sensación que se percibe sobre el altar. “Se trata de posar las manos arriba del mismo y extenderlas hacia un lado; muchas personas sienten una energía, un calor especial”, afirma Marisa con énfasis.
Al costado izquierdo del propio altar (a la derecha del ocasional observador) se encuentra la talla del Niño Divino. “Es de madera y podría ser del año 1.700”, agrega la coordinadora de las visitas.
En el Museo Histórico Salesiano hay cientos de objetos históricos, que merecen la observación y el análisis.
