Leyendas, cuentos de aparecidos, fantasmas, extrañas figuras y monstruos aparecen con frecuencia entre nosotros y generan preocupación, temor y ansiedad.
Obviamente, cuando comienzan a circular comentarios vinculados a hechos de tal naturaleza, en una región, ciudad o pueblo, la mayoría se suma a los mismos y además se convierte en un conocedor que trata de aportar detalles sobre el asunto, o se transforma en organizador de su captura.
Situaciones de esta índole se repiten a lo largo y ancho del país, claro que según la región, los personajes que aparecen responden a características distintas, pero en todos los casos para provocar miedo o terror.
Es entonces cuando según la zona y en determinada época, alguien vio o le pareció ver algún fantasma, que por lo general se hacen presente en sitios donde algo ha pasado y el espíritu de alguna persona que perdió la vida corporal ha quedado por allí porque algo lo retiene. Por otra parte, sin que nadie pueda determinar el porqué de su presencia, cobran vida “la llorona”, “la viuda”, “el ucumar”, “el pombero” o monstruos como “nahuelito” en el lago Nahuel Huapi, “el cuero uñudo” en ríos, arroyos o lagunas cercanos a la cordillera, criaturas que responde a leyendas antiquísimas.
Algunas de estas surgen de los pueblos primitivos que habitaron la región, las que se han visto reforzadas por personas que han dado testimonios de esas presencias.
Respecto de Nahuelito por caso, lo manifestado por George Garret quien navegando por el Nahuel Huapì asegura haber visto el animal, asegurando que medía entre 5 a 7 metros de largo y sobresalía unos dos metros por encima del agua.
Otro testimonio se le atribuye a Martin Sheffield, un norteamericano buscador de oro quien en 1922 aseguró que a la orilla del lago observo huellas de buen tamaño, por lo que con algunos cazadores organizaron una expedición para capturarlo pero no encontraron nada.
Siempre a estar por lo que nos dicen las leyendas, algunas fuentes nos han permitido que en entregas anteriores hagamos referencia al “Tronco de Oro” del volcán Domuyo de Neuquén, donde habitaba una bella joven que era custodiada por un toro colorado y un potro negro, que si alguien intentaba ascender a la cima, el toro lanzaba piedras y provocaba avalanchas y el potro generaba tormentas de viento, lluvia y nevadas. En procura de hallar informaciones, datos y precisiones sobre desconocidos personajes mitológicos que solo su mención, surgidos de distintas leyendas nos encontramos con el tenebroso y poco conocido “Lakooma” cuya presencia aterrorizaba a los habitantes en la región de los mares del sur en especial, los que bañaban las costas de Tierra del Fuego.
Las leyendas al respecto surgen de las etnias primitivas que habitaron la región como tehuelches, alacalufes, selkman, onas, yaganes, yamanas y haush, entre otras.
Lucas Bridge, hijo de un misionero inglés, escribió que un monstruo que atemorizaba a los nativos vivía en cuevas cercanas y en el lago, al que se lo conocía como “Lakooma”. Lucas fue el primer europeo nativo de Tierra del Fuego, donde se crió con los yaganes de quienes aprendio su idioma y costumbres.
En 1887 se estableció en Puerto Haberton donde su padre tras retirarse de la misión se dedicó a la producción rural. En un libro, Bridge cuenta que los nativos contaron que no había que acercarse a una laguna ni el mar, porque se corría el riesgo de ser atrapados por el “lakooma” que los arrastraría al agua y los devoraría.
Otras versiones referidas al peligroso y tenebroso monstruo afirman que este aparecía en las aguas como una gran mano que agarraba lo que pasaba en sus cercanías y tras llevarlo a las profundidades los engullía.
Otros testimonios afirman que los nativos, como eran excelentes canoeros que navegaban por aguas peligrosas, conocían muy bien los lugares, en especial donde había corrientes peligrosas o remolinos traicioneros, como as también sectores que se congelaban.
Por otra parte, se conocían referencias sobre el mito, que la presencia del “lakooma” sea un recuerdo de criaturas que sobrevivieron aislados en la región de Tierra del fuego, tras la última era de hielo.
A todo esto, algunos testimonios de Bridge señalan que el mito pudo originarse por remolinos que se producían en la cosa o en la capa de hielo que cubría lagos o lagunas en el invierno, que podrían capturar a los incautos y ahogarlos.
Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma
Las Grutas – Río Negro