Pobre Patagonia. Y eso que tiene petróleo, gas, electricidad y carbón. Y más

 

Ortega y Gasset había dicho de nuestra geografía más característica: “La pampa no puede ser vista ni vivida…sólo vive de su confín”. La metáfora de Ortega se ha hecho realidad para los patagónicos: vivimos en el confín de la Patria, pero aquí se supo proveer el 71 por ciento del petróleo, el 88 por ciento del gas, el 50 por ciento de la hidroelectricidad y todo el carbón del país.

Según la opinión de Valentín Alsina (año 1867) decía que “más al Sur no hay nada utilizable, no contratable, nada que sirva. No ha habido nadie desde el año 10 aquí, que haya ocupado ni aún la costa del mar, que es lo mejor. Todo ha estado abandonado, no por respetar al derecho de nadie, sino porque no les conviene. Puede ser que haya quién solicite ocupar tal o cual punto de la costa, pero no por el interior de las tierras. Estas ni de aquí a 80 años. Ojalá los descendientes de nuestros nietos vean poblados estos campos”.

Los campos se poblaron con grandes sacrificios, las riquezas producidas en esta inmensa región se desarrollaron, pero no para devolver el beneficio de su usufructo en el territorio sino para esquilmarlos y llevarlos a las grandes ciudades; y hoy la realidad nos demuestra tristemente que nada ha cambiado desde la frase de Alsina.

Las economías regionales están al borde del colapso; no hay ninguna compensación para las provincias que integran la Patagonia donde se produce toda fuente; no se protege el litoral marítimo de la pesca furtiva ni los recursos pesqueros, el incremento de las tarifas energéticas no contempla el clima riguroso imperante; no se vislumbra la voluntad política para poner en vigencia una ley de coparticipación a las provincias auténticamente federal y que haga justicia a tanta postergación en ese sentido y para colmo de todos los desatinos se contempla la reducción de los reembolsos por los puertos patagónicos. ¿Hasta cuándosoportará la Patagonia la insidia de las gestiones nacionales?

Manuel Belgrano dijo en 1811: “Toda nación que deje hacer por otra una navegación que podría hacer por ella misma, compromete la soberanía y lesiona gravemente la economía de sus habitantes”.

Nadie comprende porque teniendo en la región fuertes vientos no se ha invertido en energía eólica, ni se han aprovechado los saltos de agua de la zona cordillerana para generar energía electromotriz.

Tampoco nadie puede explicar por qué a precio vil se venden a extranjeros las tierras que por derecho consuetudinario nos corresponden.

El profesor Miguel Argentino Pérez Gaudio reflexionaba que “La Patagonia sólo les sirve para crear sensaciones: como los objetos, que cuando el negocio comunicacional o político decadente conviene, se los usa…y luego se los tira”.

Para entender determinadas actitudes  que han ocasionado esta decadencia nacional deberíamos recordar las siguientes máximas: “El que habla mucho, dice poco; el que habla poco, si lo hace con buena voluntad, tal vez dice mucho”. “El que no se anticipa en las ideas, corre peligro de rezagarse en todo” y finalmente la sentencia de San Agustín: “No desprecies al hombre que para comprender lo que antes no entendía, empieza para comprender…que no entendía”.

Enrique Moratías supo referirse al establishment definiéndolo como “Una conjunción de economistas y tecnócratas vinculados a las multinacionales, grupos intermediarios beneficiados por la importación, un reducido sector exportador y la cúpula tradicional del sistema financiero. Hoy el establishment  está vinculado al sector de la internacionalización de la economía, por medio de capitales transnacionales, apartándose este concepto de los imperialismos clásicos”-

“Estos intereses ejercen severa presión sobre el sistema de decisiones para evitar la concreción de proyectos que contraríen sus conveniencias, porque son el “poder permanente” detrás de los cambios de gobierno”.

Sólo de esta forma y en ese contexto debe entenderse la postergación de la Patagonia. Debemos exigir programas a largo plazo y una planificación que nos permita desarrollarnos  conforme a nuestras grandes potencialidades.

Y el gran desafío para los hijos de esta bendita tierra es comenzar a anticiparnos en las ideas tratando de comprender tanto latrocinio para no seguir siendo postergados indefinidamente.

 

 

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

 

 

 

 

 

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