Gisela Montenegro, cineasta de Viedma, presenta en Tandil documental de la Meseta de Somuncurá, Río Negro

 

Gisela Montenegro, cineasta viedmense radicada en Tandil (Buenos Aires), realizó el documental “Historias del viento”, un trabajo sobre la forma de vida de los pobladores que habitan en la Meseta de Somuncurá. Rodeada de un entorno místico y de leyendas, ese lugar de la provincia de Río Negro tiene una atractiva historia para contar.

En diálogo con El Eco de Tandil, la directora de cine adelantó de qué se trata el documental y reconoció que sería de gran satisfacción poder proyectarla en alguna sala de la ciudad.

 

-¿Cómo inicia este proyecto?

-Yo soy de Viedma, me fui a estudiar a la Facultad de Bellas Artes de La Plata, donde me quedé viviendo cerca de 10 años y en el transcurso de la carrera hice distintos trabajos más vinculados a la producción audiovisual. En un momento determinado, surgió la idea junto a un grupo de amigos de encarar un documental. La Meseta de Somuncurá es donde se filmó y está ubicada en la provincia de Río Negro. Viajamos una vez hasta allí y presentamos un proyecto al Incaa, lo cual creíamos que era imposible que lo seleccionaran ya que ninguno tenía trayectoria.

Finalmente, lo declararon de interés y el proyecto fue financiado por el Incaa, lo cual nos parecía increíble recibir plata para hacer algo que nos gusta. Sin embargo, entre que presentamos el proyecto y nos lo aprueban, yo me vine a vivir a Tandil y fue bastante complejo el trabajo a la distancia, sumado a distintas cuestiones personales de cada uno.

 

-¿Hasta ese momento no habían grabado nada?

-No, hicimos dos viajes de investigación ante la necesidad de conocer a la gente y que ellos supieran quiénes éramos nosotros para tener su confianza y no caer directamente con las cámaras a rodar.

 

Por distintas cuestiones se nos hizo muy largo el proceso de producción y terminé quedando sola, por lo que armé nuevamente un nuevo equipo con el que viajamos por primera vez a rodar, ya con un guión escrito. Llegamos y el guión no nos sirvió mucho.

 

-¿Por qué? ¿De qué trata el documental?

-La Meseta de Somuncurá queda en la provincia de Río Negro, al límite de Chubut. El gran problema es que no hay comunicación ni servicios. Es un territorio inmenso donde viven pobladores muy alejados entre ellos, en puestos y no hay manera de que se puedan comunicar con el exterior. Solamente reciben mensajes por radio y esa es la manera que tienen de saber qué sucede o de saber si alguien va o no al territorio.

El viaje son más de 1.000 kilómetros hasta llegar a un pueblo que está en la base y luego, para llegar a la meseta, es atravesar un territorio donde solo hay huellas y no existen los caminos.

Por lo tanto, enviábamos mensajes avisando que íbamos a llegar determinado día, con una preparación previa de 6 meses y tal vez la persona a la que teníamos que entrevistar no estaba. Así fue que el guión se fue adecuando a lo que iba surgiendo pero intentando seguir la línea original; por lo que para el tercer y último viaje, lo destruimos casi por completo. Por lo tanto, con el material que ya tenía del primer viaje, fui visualizando una película que era lo que más me gustaba para contar esa historia.

 

-¿Y cómo surge la necesidad de hacer este documental?

-Yo tengo familiares en Valcheta, que es un pueblo que queda en la base de una de las entradas de la meseta. Toda mi vida fui a ese pueblito y en uno de los viajes mi primo me empezó a contar sobre la Meseta de Somuncurá. Me dijo que era medio místico y había muchas leyendas, lo que me pareció super interesante pero no tenía ni idea con qué me podía encontrar. Me generó mucha intriga que fuera un lugar tan extenso de tierra y que la gente viviera tan alejada y en soledad. En la mayoría de los casos los pobladores viven completamente solos, con la exclusiva compañía de sus animales y a kilómetros de distancia del próximo puesto.

 

-Y a partir de esa curiosidad, ¿qué querías mostrar?

-Dar a conocer la manera en que viven los habitantes de la meseta y mostrar sus costumbres y modos de vida. Sobre todo queríamos intentar mostrar por qué deciden vivir de esa forma, conociendo otras cosas.

La historia está narrada desde Laureano y Miguel Quiñelaf, y Jorge Castañeda, donde intentamos mostrar su cotidianeidad y deseos, apreciando la fortaleza y creatividad que deben de tener para poder llevar una vida propia de otro tiempo: completamente aislados, sin caminos ni servicios.

 

-¿Cómo fue esa experiencia?

-Fue dura porque es un lugar muy árido, hace mucho frío, no hay agua ni luz, absolutamente nada. Teníamos que hacer noche ahí porque desde el pueblo hasta el primer puesto nos llevaba todo el día de viaje. De modo tal que armábamos una carpa y dormíamos ahí; otra familia nos dejó una habitación y así nos íbamos arreglando. Las casitas eran de piedra y con techo de paja. Era todo muy precario así que nos íbamos acomodando como podíamos.

 

-¿Y cómo sigue?

-En abril del año pasado terminamos de rodar y en enero de este año finalizamos el montaje así que ahora comienza la parte de difusión de la película. Hace unos días cerré con el área de Cultura de la provincia de Río Negro para salir con el Cine Móvil el 16 y 17 de mayo. Voy a viajar y vamos a recorrer dos pueblos que están en la base de la parte de la meseta a la que fuimos, que son Sierra Grande y Valcheta. Allí hay familiares de los pobladores de la meseta así que va a estar muy lindo.

El 18 de mayo la proyectamos en Viedma y la idea es que luego gire por todos lados, inclusive en Tandil.

 

Ficha técnica

Historias del viento
Documental – 80min.
Dirección: Gisela Montenegro.
Asistente de Dirección: Segundo Arregui.
Asistente de Producción: Lisando Mónaco.
Sonido: Andrés Jopo Vásquez.
Cámara: Luis Migliavacca, Alejandro Magneres, Santiago Gershanik.
Montaje: Luis Migliavacca, Gisela Montenegro.
Post Sonido: Hernán Biasotti.
Música Original: Pedro Altamiranda.

 

TEXTO Y FOTO EL ECO DE TANDIL

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